El otro día fue en Facebook, con el amigo de una amiga. El colega hizo por enésima vez el chistecito, ya viral: “He montado en el ascensor con una vecina feminista, le he dado los buenos días. El viernes tengo juicio”, seguido de la retahíla de siempre, que si ya no me voy a atrever a tener sexo con una mujer, que si ahora habrá que llamar al notario, que si una declaración jurada etc. etc… Y ahí, presta y aguda, como siempre, estaba mi compañera de fatigas en la red, Sandra Moreno Quintanilla, para decirle al incauto: “Pues si tienes dudas, lo mejor es que no vuelvas a follar en tu vida…”
…Y yo, al quite: “ ¿Y por qué es el juicio? ¿La follaste sin pedirle permiso después de darle los buenos días? No imagináis la que se armó. Al parecer, el problema era la palabra. Está feo que una señorita sea tan grosera. No nos afecta, no somos señoritas, sino señoras, y estupendas, además. Decimos lo que queremos, cuando queremos y no sigo, que me embalo.
No acababa de terminar la trifulca y leo lo de Reverte. Sí, Arturo Pérez Reverte, aquel antiguo reportero de guerra, del que afirmaban las malas lenguas que contrataba a dos “propios” cuando iba a hacer una retransmisión desde Sarajevo, para que pegaran unos tiros falsos cerca de él y darle verosimilitud a su fama de valiente. No digo que sea verdad, ¿eh?, es lo que me han contado que se rumoreaba por los pasillos de TVE.
Al parecer, el problema era la palabra. Está feo que una señorita sea tan grosera.
Unas cuantas guerras después, el intrépido reportero derivó en escritor de éxito y ahora es, además, académico de la RAE, columnista, enfant terrible de la intelectualidad patria, oráculo y azote de mujeres que no sepan andar con tacones de doce centímetros, entre otras cosas.
Bueno, pues asegura Pérez Reverte que si retocan la Constitución para que tenga un lenguaje inclusivo, él se va. Cómo lo oyen, deja el sillón. Lo que son las cosas, el rebote que se ha pillado, y no recuerdo que se mosqueara cuando modificaron el 135, asunto de calado mucho más profundo (https://politica.elpais.com/politica/2014/11/24/actualidad/1416849910_452980.html).
Sospecho que Pérez Reverte amenaza hasta con dejar de respirar, si se tercia, que él es muy machote español.
Sospecho que amenaza hasta con dejar de respirar, si se tercia, que él es muy machote español, y no va a consentir que se ultraje a nuestra lengua, que para eso está su espada del verbo, para fijar, limpiar y dar esplendor, y si no lo consigue, pues huir, que una huida a tiempo es una victoria y más vale honra sin RAE que RAE sin honra.
YO FLIPO
Yo flipo… ¡pero si aceptó iros como imperativo, que es casi como el famoso “Si me queréis, irse” de Lola Flores, ¡por dios bendito!, y ahora pretende abandonar (dando un portazo por lo visto) esa insigne casa sin saber siquiera de qué va la propuesta, que por el momento no pasa de ser un informe encargado por la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, para estudiar la forma de adaptar la Constitución a un lenguaje acorde con las circunstancias actuales, por ejemplo, en lugar de “Congreso de los diputados” , “Congreso” a secas. O cambiar “Consejo de Ministros”, que pasaría a denominarse “Consejo Ministerial”. O en lugar de “los ciudadanos”, utilizar “la ciudadanía”. Un locurón, vaya. Ya imagino al mismísimo Cervantes revolviéndose en su tumba y saliendo a repartir mandobles. Esto acaba con la lengua española, no digo más. Todos a hablar catalán.
Y lo que pasa en realidad es que Reverte quiere que le hagan “casito”, porque lleva tres meses sin desenvainar la pluma y está de los nervios. Pero eso tiene solución, querido propietario del sillón T, y es muy fácil; tómese un güisqui, coja la toballa y un taper con almóndigas y lárguese a un parque a mirar el muslamen o el pechamen de alguna chorba, mientras murmura un palabro, se arremanga los bluyines y escucha la música friqui de un cederron, pensando en hacerse vagamundo. Eso o visitar al dotor, no le vaya a sobrevenir un telele y no nos quede otro remedio que exclamar: ¡manda uebos!
Lo que es por mí puede irse, que no pienso derramar una lágrima. Desde que leí El Club Dumas, que me gustó (perdona, hermano mío, sé que esta confesión te dolerá), no me interesa lo más mínimo, y de paso, puede llevarse a Félix de Azúa y unos cuantos más, porque mi periodista favorita, Sandra Moreno Quintanillla, ya tiene preparada una lista de sustitución muchísimo más apañada.
Pero no caerá esa breva; a ese no le remueven ni aunque le nombraran portavoza.
(Nota: Todas las palabras de este escrito están aceptadas por la RAE, excepto portavoza, casito y locurón (creo).
(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora).