En El viaje del tiburón José María Pagador nos invita a participar en una aventura que va a transformar nuestra inicial curiosidad en una implicación progresiva con el mundo de sus protagonistas. Con el poder de un espejo ustorio, las peripecias de ese largo viaje de tres mil millas a través de los EE.UU. convertirán a su protagonista, Fred Sale, en un guía que hará nuestro su proceso de realización. Y en el que tomarán parte también quienes le acompañan y cuantos aparecen revividos en sus recuerdos.
En la novela, el espacio y las gentes, en encuentros y separaciones llenas de suspense, alternarán para crear un marco, a la vez real y mágico. El viaje comienza al alba y despliega amaneceres, mediodías y noches de un tiempo singular y hasta mágico, desde Miami a San Francisco, a bordo del poderoso Peterbilt de Fred.
Hay un marco exterior de gran variedad que encuadra el diálogo interno de su conductor: el paisaje, sus acompañantes, la música, las historias de los escenarios que atraviesa le sugieren las reflexiones y recuerdos que le han permitido, como él mismo nos dirá, “hacerse uno con el mundo”. Porque en ese largo viaje de costa a costa de los EE.UU. acudirán como invitados los recuerdos de espacios y de gentes que han historiado una vida llena de desafíos superados. Y que él define al decir que “un mapuche tiene en muy baja estima la palabra imposible”. Por eso el pequeño indio chileno que, sesenta años antes, había empezado su aventura sin alforjas, va a culminarlo conduciendo el poderoso camión de cincuenta toneladas, imagen de la magnitud que ha conseguido dar a su inicial destino de perdedor, nunca aceptado por él.
El pequeño indio chileno que, sesenta años antes, había empezado su aventura sin alforjas, va a culminarlo conduciendo el poderoso camión de cincuenta toneladas, imagen de la magnitud que ha conseguido dar a su inicial destino de perdedor, nunca aceptado por él.
Uno de los rasgos más atractivos de Fred es su capacidad de introducirse en las historias de quienes van a ser sus acompañantes. Unos en presencia, otros evocados, con vivencias en las que se entrecruzarán mil caminos en una trayectoria enriquecida por la memoria, a veces nublada por oscuros presentimientos o choques que estallan en su misma línea de flotación. La versatilidad que despliega el arco iris de sus recuerdos tiene un apoyo reiterado en los espacios, personajes, músicas, que le ha proporcionado el cine. Es evidente que lo vive como lo que ha sido para él: una verdadera universidad con la que suplir el Campus al que no ha tenido acceso. También los libros aparecen en su historia por lo que tienen de guía, siempre apreciada: “Tal vez sean los libros -dirá en un momento- la visión más certera de la vida”. Una visión que le ayudará a dar sentido a su condición de viajero hasta el punto de atreverse a decir que “viajar te vuelve mejor”.
YOGA, AMOR, SABIDURÍA
En este sentido es aleccionador su interés por tomar contacto con cuanto de valor se cruza en su vida. Incluso ante prácticas difíciles, como los ejercicios de Yoga que ve realizar al joven que le acompaña y apoya. Sin desanimarse por la mala respuesta de su realidad física, probada por una enfermedad de extrema gravedad, acabará diciendo que lo que hace con su camión también es Yoga. Más aún, que conoce el valor que tiene esa sabiduría oriental ya que él siempre ha meditado…
Quizás por eso se permite ser muy crítico con la sociedad que va contemplando desde la cabina de su camión: “todos somos el mismo hombre extraviado, asustado y mortal, héroes de un relato cinematográfico que nos ha llevado a las Torres Gemelas, Afganistán, Irak, Siria…”. Esta denuncia resulta compatible con su empeño por hacer que todos cuantos le acompañan en su viaje puedan conseguir la despedida o el encuentro que les haga más felices.
Escribir esta novela, que tiene mucho de ese Viaje del Héroe que despliega la Odisea, marca una cumbre más en la amplia y variada bibliografía de José María Pagador. Ha sabido armonizar novelas y poesía, relatos y análisis históricos, jalonando con ellos la vorágine de su empeño periodístico por tomar el pulso a la actualidad en sus diferentes niveles: titulares, crónicas, denuncias… que tienen una gran acogida. Nada tiene de extraño que su periódico digital, PROPRONews, haya conseguido miles de lectores en muy distintos espacios del mundo de nuestra cultura.
Ese dilatado panorama explica la riqueza de contenido que tiene El viaje del Tiburón. Aquí me he limitado a recoger algunas de las líneas significativas del relato. Cada lector, dentro de este rico universo, está invitado a encontrar otras, las que hagan eco con su propio horizonte vital y lo aviven.
(Xavier Moreno Lara es periodista, escritor y filósofo).
SOBRE EL COLABORADOR
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