Las nevadas de enero, la trampa en la que se convirtieron autovías y autopistas para millares de familias que regresaban de sus vacaciones, la irresponsabilidad de los dirigentes encargados de la seguridad viaria, la cerrazón de los políticos separatistas, la pretendida investidura a distancia de Puigdemont… ¿Hasta cuándo habrá que esperar al votante lúcido?
Los Reyes, para dejar un regalo significativo que midiera la capacidad de nuestros políticos, les pusieron a prueba con aquella nevada que ninguno de ellos ha querido asumir como de su responsabilidad… Los ciudadanos -y no solo los que quedaron atrapados en la AP-6– tienen muy claro que, unos por otros, tienen la casa sin barrer…, que unos y otros hacen mal en mirar su futuro en los porcentajes de las encuestas y no en ese creciente protagonismo que están empezando a tomarse los votantes para señalar que quieren novedades… De momento el puesto está vacío.
Esa lección la tienen que atender ante todo los políticos separatistas que no están aceptando que no ganaron en número de votos sino en número de circunscripciones fieles. Victoria pírrica ante el ridículo de querer investir de President a un individuo que se fue a Bruselas pensando que era el Pequeño Príncipe del relato de Saint Exupery… y que se ha encontrado con que el zorro que se quedó en casa no quiere dejarse domesticar.
El aviso que los nobles del Reino y Corona de Aragón daban al rey en su investidura: ca valemos tanto como Vos e juntos, más que vos.
¿Que quién es el zorro de este relato? Tiene varios nombres. Algunos están entre sus compañeros de camada. Pero otros, que pasan con mucho de los dos millones, le han citado en Tabarnia para recordarle aquel aviso que los nobles del Reino y Corona de Aragón daban al rey en su investidura: ca valemos tanto como Vos e juntos más, que vos.
Tabarnia es el eco de esa reclamación que fundamentó la fuerza y la expansión de un Reino que había comenzado en unos pequeños enclaves de los Pirineos. Se hizo grande por haber tenido la oportunidad de sumarse a la historia de España, muchas veces en condiciones ventajosas. Cataluña, por ejemplo, durante la Dictadura.
¿DE QUIÉN ES LA TIERRA?
¿De quién es la tierra? ¿Quien le pone sus apellidos? La obstinación de los independentistas catalanes me trae a la memoria otra historia de tiempos no muy lejanos. Me refiero a la propuesta que Pierce, Presidente de los Estados Unidos en 1854, hizo a los indios Suwamish para que le vendieran su tierra. Vale la pena escuchar la respuesta del Jefe Seattle, que ha pasado a la historia como modelo de la inseparable relación del hombre con la tierra y cómo esta -como territorio- no está en venta:
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña. Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros.
No es arriesgada la transposición de este mensaje como denuncia de las maniobras de quienes se unen para renegar del país en el que han medrado a golpe de tantos por ciento. Su estrategia ha sido una siembra de odio y era lógico que ese gas letal les contagiase también a ellos. La actitud de los votantes de Cataluña ha desbordado ese ámbito, poniendo en evidencia que los mensajes de los dominadores del bipartidismo no son hoy valor de cambio.
Como la gran nevada de la noche de Reyes, esa derrota del PP y del PSOE el 21D ha puesto en evidencia que la autopista de la macroeconomía no sirve para tapar una ya intolerable injusticia en sueldos y formas de contrato. Y una vez más esa catástrofe causada por la dejadez de responsables políticos y gestores de los servicios, todos confortablemente instalados en sus beneficios, ha servido para mostrar la solidaridad espontánea con la que la gente de corazón acudió en ayuda de las víctimas del temporal. Es de esperar que se conviertan en votantes lúcidos.
(Xavier Moreno Lara es periodista, escritor y filósofo)