sábado, 20 abril, 2024
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Llamadme sorprendida…

…y acertaréis, pues lo estoy. Y mucho.

El grado de postureo e insensibilidad que existe en el mundo es equivalente a la deriva que llevamos. Arde Notre Dame, y sí, de acuerdo, es una desgracia, pero que en menos de 48 horas, y cuando los rescoldos todavía humean, las élites se hayan lanzado a una carrera de donaciones sin freno, llegando a recaudar casi 900 millones de euros en apenas dos días (y subiendo), me hace pensar que, muy en contra de lo que se argumenta cuando se aplican recortes (allí o aquí, da igual), dinero sí hay, lo que pasa es que se reserva para las ocasiones.

La periodista, con su perro Killer
La periodista, con su perro Killer

Por lo pronto el Ayuntamiento de París desbloquea 50 millones para la recuperación de la catedral, 50 millones que tenía disponibles, por lo visto, mientras bajo los puentes de la ciudad malviven cientos de refugiados que huyen de la guerra, tal vez de esos bombardeos que Francia ejecutó sobre Siria en marzo de 2018. Pienso que, de no ser por el incendio, ahí seguiría ese dinero, sin usarse para mejorar las vidas de los ciudadanos. El BCE anuncia que contribuirá, también la casa Gucci, la Vuitton, la ricachona familia Bettencourt, los Pinault , todos ellos sin preocupaciones para llegar a fin de mes. L’Oreal se apunta “porque lo vale” y hasta Trump, que a ver si con suerte invierte en arte por una vez, en lugar de comprar jaulas para niños. En total, una larga y creciente lista de personalidades y entidades que han perdido literalmente el culo por contribuir a tan noble rescate. Ellos han tirado de cartera, mientras los llantos, las condolencias, el tañer a duelo de las campanas de otras catedrales, y las redes sociales competían a ver quién se mostraba más desolé.


Hay una larga y creciente lista de personalidades y entidades que han perdido literalmente el culo por contribuir al noble rescate de Notre Dame.


¿Parece que yo no me apenara, verdad? Pues no es cierto, claro que sí ¡Cómo no sentir dolor por la pérdida de un patrimonio cultural y arquitectónico inconmensurable! Notre Dame es la historia de Europa. En sus ocho siglos ha sido escenario de acontecimientos trascendentales, desde la coronación de Napoleón a la beatificación de Juana de Arco ,a la que, por cierto, quemaron viva acusada de brujería ¿adivinan por quién? Exacto: un tribunal eclesiástico. Todo queda en casa, la Iglesia te condena y te mata. La Iglesia te compensa y te eleva a los altares. Los fastos de coronación de Enrique VI se realizaron bajo sus bóvedas. Sirvió de almacén de comida durante la Revolución Francesa y ha pasado por todo tipo de peripecias. En agosto de 1944 Hitler planeó hacerla estallar, menos mal que ante aquella locura, una cabeza sensata tuvo el valor de desoir la orden.

Sus archiconocidas e inquietantes gárgolas, incorporadas a mediados del siglo XIX, ya que las originales se destruyeron entre el XVII y el XVIII, evocan misterios y leyendas y han inspirado desde Victor Hugo a Disney. Incluso hay un mito que achaca al mismísimo demonio la construcción de las puertas de la catedral. Notre Dame es todo un símbolo de la resistencia, de la belleza y del paso del tiempo, y su destrucción es una catástrofe de primer orden, pero duele ver que las grandes fortunas y las instituciones estén aflojando la pasta, antes incluso de que se hayan evaluado los daños, mientras callan vergonzosamente frente a la cantidad de desgracias humanitarias que abundan en el planeta. ¡Que cada uno se gasta su dinero en lo que quiere! Elemental. Pero que eso me desazona, pues también. Sobre todo porque considero que es un enorme gasto que podría haberse evitado, puesto que no deja de ser curioso y alarmante que, en tiempos de paz, y cuando las medidas para evitar los incendios y los medios para combatirlos deberían ser tan sofisticados que el chasquido de una cerilla provocara la alarma y la intervención inmediata, el imponente edificio se haya convertido en una antorcha que en media hora devoró sus entrañas, dejando con la boca abierta a los espectadores que seguían en directo y al borde de las lágrimas, el desplome de la famosa aguja.


Mientras, bajo los puentes de París malviven cientos de refugiados que huyen de la guerra, quizás de los bombardeos franceses sobre Siria.


TRECE MILLONES

Unos 13 millones de turistas pasan por Notre Dame cada año, pagando su entrada, y casi 13 millones de fotos de gente con Notre Dame detrás, hemos podido ver estos días en Internet, acompañadas de poemas, textos buenos, regulares o pésimos, loas a sus hermosas vidrieras y un largo etcétera de lamentos varios. Auguro un verano repleto de selfies con la chamuscada fachada al fondo. Los turistas es lo que tenemos, que nos pirran este tipo de recuerdos.

Pero Notre Dame resistirá, sobrevivirá como sobrevivió a la Revolución Francesa, y, un siglo después, a la algarada de 1871. Resurgirá de las cenizas como La Fenice de Venecia, que ha soportado dos incendios pavorosos, envueltos en sospechas y teorías rocambolescas, entre ellas una que insinúa que el fuego que asoló El Liceo de Barcelona, solo dos temporadas antes de arrasar La Fenice, era un experimento, un ensayo para la traca veneciana.

Y me parece necesario y esperanzador que se reconstruya cuanto antes, pero me pasma ver que hasta los eurodiputados, esos mismos que miran para otro lado mientras el Mediterráneo se llena de muertos, sin encontrar (me pregunto si quizá sin buscar) una solución que detenga la espeluznante sangría, se hayan vuelto de repente tan generosos ofreciendo parte de sus dietas a la causa, lo que viene a confirmarme que a la élite le importan más las cosas, que las personas.

Por cierto, yo también me retraté delante de Notre Dame, pero aparezco con un novio que ya no me interesa. Os libráis de que suba la foto por eso.

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).

SOBRE LA AUTORA

Una colaboradora muy especial

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