Llevo un par de semanas oyendo comentarios sobre ese escritor francés que ha asegurado que ”las mujeres mayores de 50 años no merecen ser amadas porque son viejas” y empiezo a compadecer al buen hombre. ¡La que le ha caído por decir en voz alta lo que piensan casi todos los machos del planeta tierra! Lo piensan, aunque no lo digan, al menos, no en público.
Y a mí me da pena de Yann Moix, que así se llama el hombre que no ama a las cincuentonas, porque él solito se ha metido en el charco… Ya sabrán aquello de Marx (Groucho): “es mejor permanecer callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas”.
Vaya por delante que escribo desde la ternura que me produce, ¡criaturita!; acabará de publicar alguna novela o similar y necesita que le hagan casito. No seamos crueles y dejémosle que se promocione. No sé si estas declaraciones le reportarán más ventas , el marketing es caprichoso, por lo pronto le han atraído una tormenta perfecta en forma del chorreo que le ha venido encima, una vez comprobado que él no cumple la edad que aborrece, y que no es ningún bellezón que quite el sentío precisamente.
Él no cumplirá ya la edad que aborrece en ellas y tampoco es ningún bellezón que quite el sentío precisamente.
Y aquí, un alto: soy de las que cree que la hermosura física no es un mérito. Los genes te llegan de fábrica y te tienes que aguantar (salvo casos que no vienen a cuento) con lo que te cae, sea una nariz perfecta o un ojo a la virulé. Si te ha tocado ser Yann, pues mejor no enjuiciar a los demás. Calladito resultaba más bonito.
Luego está la inteligencia, que también la otorga el destino genético, y si no se anda muy sobrado es preferible guardarse las opiniones para las barras de los bares, para los chascarrillos con unos amigos, o ya, si quieres fama, verterlas en un chat de foro coches.
Por último, y es en lo que podemos intervenir, la educación, saber comportarse, la empatía, la generosidad, la sensatez, valores que se gestiona uno mismo y ¡oh, mon dieu! este literato los gestiona fatal.
Así que con todo el cariño del mundo le digo, hijo mío, no ofende quien quiere, sino quien puede.
Pero sí que su confesión, me lleva a reflexionar. Moix ha expresado sin tapujos lo que muchos confirman, lo que se ha normalizado a lo largo de los siglos y que algunos justifican biológicamente. Según una teoría de reciente publicación, y que no aporta nada nuevo a lo que llevan repitiendo desde Darwin, la edad ideal de la pareja de un hombre (sea cual sea la suya) es 20 años más joven.
Según una reciente teoría, la edad ideal de la pareja femenina de un hombre, sea cual sea la suya, es 20 años más joven.
No lo digo yo, lo afirma Evolution & Behavior, un estudio que intenta responder al hecho desde una perspectiva, (¡oh, mon dieu, otra vez!), evolucionista. Estos investigadores finlandeses, encabezados por el profesor de psicología de la Universidad Abo Akademi, Jan Antfolk, preguntaron a más de 12.500 personas, y, ¡sorpresa! , ellos preferían pasar su vida con mujeres más jóvenes, mientras que para ellas, la edad no importa.
ATRACTIVO Y FERTILIDAD
Los hombres las buscan jóvenes, concluye la investigación, no porque sean más atractivas o quieran presumir, sino porque son más fértiles. Resumiendo, “no es por vicio, ni por fornicio, sino por dar un hijo a tu servicio”, como rezaba, antes de echar un polvo, el sufrido protagonista de Como agua para chocolate. Es, por tanto, una prueba de amor y respeto a la evolución humana y un granito de arena en su desinteresada y heroica lucha por la supervivencia de la especie. Por el contrario la mujer, sigo citando al señor Antfolk, se decanta por elegir a un hombre mayor, que le garantice la estabilidad y el cuidado de su prole.
El estudio, que viene a apuntalar el ya viejuno “con la pata quebrada y en casa” está realizado mediante una encuesta secreta, en la que no consta que haya participado el señor Moix, pero que le clava, es muy del gusto del patriarcado, y yo, sin encuestas ni nada, lo descarto y digo que lo que queremos los mortales es que nos cuiden de viejos y una pareja joven da más posibilidades. O sea, que eso nos gusta a todos, ojo, ¡y a todas! Ahora que la mujer es cada vez más independiente y libre, por no hablar de que, como tantas veces, cuida su prole sin ayuda, la tendencia a relacionarse sentimentalmente con hombres más jóvenes se va implantando, aunque muy lentamente. Aún sigue habiendo cosas que se niegan a morir, a saber, los mosquitos, los selfies, las noticias falsas y los hombres maduros que se creen la ultima cocacola del desierto.
Porque, volviendo al principio, sabemos que un cuerpo y una cara juveniles son objetivamente más atractivos que los de una anciana o anciano, pero decir que no son dignos de amor, eso no hay quien lo sostenga, salvo que quien lo afirme vaya sumando años y restando neuronas.
Lo que queremos los mortales es que nos cuiden de viejos y una pareja joven da más posibilidades.
Los hombres han buscado y obtenido mujeres jóvenes porque han tenido el poder de hacerlo (y un aplauso del patriarcado puro y duro, que ha visto envidiable la unión de un hombre con una mujer hasta 40 años más joven), y este señor refleja con su frase lo que la educación, y no la biología, han construido.
Hartas estamos de ver películas, leer novelas, asistir a obras de teatro, seguir series de tv o contemplar en las noticias, cómo hombres muy mayores y ajados pasean del brazo de jovencitas esculturales, y todos tan felices; a él se cae la baba, ¡LITERALMENTE!, y la compañera le mira ensimismada.
El hombre ha podido elegir, porque tenía el poder, y la mujer se ha tenido que conformar con ser elegida, porque no lo tenía. Veremos qué empieza a pasar a partir de ahora. Será interesante y espero ansiosa un estudio sobre el asunto.
A mí me parece estupendo que cada uno tenga sus preferencias, siempre que esas preferencias no estén mediatizadas y jaleadas por unas normas externas, creadas a mayor gloria y comodidad del sexo masculino. Y por mí, que no se preocupe el señor Moix, puede dormir tranquilo, tengo más de 50, pero no necesito ser amada por él, preferiría antes el martirio de Santa Catalina (bueno, quizá haya exagerado un poco). Lo cierto y verdad es que también me gustan más jóvenes que yo. Me gustan, digo, lo de amar es otro tema y no voy a entrar en él, pero sí recuerdo que tuve una pareja que todos los días volvía de la piscina pública cabreado como una mona (vexé comme un pou, si hubiera sido francés), hasta que explotó: ”no hay quien entrene allí. Está llena de mujeres mayores. No deberían dejar entrar a las de más de 50 años. Interrumpen mucho a los que vamos a nadar de verdad”. Me dio la risa, él tenía entonces 55 y al primer largo perdía el fuelle y el oxígeno.
Termino, antes de que empiecen algunos a levantar la ceja, refugiándome en una preciosa frase de Anatole France: “cada cual tiene la edad de sus emociones”.
Así que me voy un rato a los columpios.
(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).