viernes, 26 abril, 2024
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Se nos murió “Currito”

Desaparece el célebre restaurante de Santurtzi

Las máquinas acaban de echar abajo Villa Esperanza, lo que hasta hace unos meses fue “Currito”, uno de los restaurantes más populares de Euskadi y famoso en el mundo entero por sus pescados a la brasa. Los Amigos de la Boina, que tenían su sede en el local, se han trasladado a un hotel cercano. Los antiguos clientes y amigos han despedido con nostalgia un establecimiento donde vivieron tantos y tan gratos momentos.

Uno de los comedores.
Uno de los comedores.

Cuando cierra un bar o un restaurante, y más si es un local tan histórico como “Currito”, desaparecen no solo un establecimiento de hostelería o una empresa de restauración, sino, también, multitud de recuerdos de millares de clientes y amigos que vivieron en ellos tantos y tan buenos momentos, degustando lo mejor de la cocina vasca e internacional y bebiendo los mejores vinos. Un restaurante tan personal que su nombre es el de su dueño suele ser un milagro de esfuerzo y dedicación de su creador que al final solo queda en la memoria de sus clientes vivos. Detrás de un local de este tipo suele haber una larga historia de sensibilidad y sabiduría que merece recordación y respeto. Por eso duele que un sitio así desaparezca, y más, verlo derribado por las máquinas.

Currito en bronce.
Currito en bronce.

El lunes 31 de octubre de 2016 sirvió Currito, uno de los más famosos restaurantes vascos, su última comida. Era el ágape de despedida de la Asociación de Amigos de la Boina, fundada por el también fundador de la casa, José Mª González Barea “Currito”, en Madrid en 1980, y que luego trasladaría a Santurtzi. Los amigos de la boina se reunían en el local el primer lunes de cada mes, para comer e imponer una de estas prendas a alguien significado o que, según ellos, lo mereciera. La asociación tiene una rama masculina, con unos cien miembros, y otra femenina, formada por casi medio centenar de mujeres, que se reúnen los primeros martes del mes. Al menos esto ha sobrevivido a la desaparición de “Currito”. La asociación, según nuestras noticias, se ha trasladado al cercano hotel Palacio de Oriol.


Su fama llegó a todos los rincones del mundo.


José Mª González Barea fundó su restaurante en el número 21 de la avenida Cristóbal Murrieta en 1985, de modo que en 2015, un año antes de su cierre definitivo, el establecimiento cumplió treinta años, aunque Currito, el apodo por el que todo el mundo conocía al cocinero, había empezado con otro local, en la calle Capitán Mendizábal, en 1950. El creador del local había muerto once años antes, en 2004, y después continuaron sus herederos, hasta que las circunstancias determinaron el cierre y la posterior venta a una inmobiliaria, que ya ha derribado el antiguo chalé y empezado las obras para la construcción de un edificio residencial de lujo.

LUGAR DE PRIVILEGIO

“Currito” estaba situado en un lugar privilegiado de Santurzi, a la entrada de la ciudad desde Portugalete, en la zona llamada Peñota, desde la que se domina el Abra, con una preciosa vista sobre la ría, Getxo y Algorta. El local disponía de diversos y estupendos comedores, acogedores y hermosos, y de una amplia terraza al aire libre, sobre el Abra, con parrillas y mesas y bancos corridos, donde degustar sus célebres sardinas y pescados a la brasa, y socializar y convivir en un ambiente de mucha cercanía.

El chalé que albergaba el restaurante.
El chalé que albergaba el restaurante.

Como personaje popular que era, y como empresario y contribuyente al buen nombre gastronómico de Santurtzi en el mundo, el Ayuntamiento de la localidad le había rendido homenaje años atrás y había erigido un busto en bronce del cocinero tocado con su eterna txapela, en la parte inferior de la terraza, mirando hacia su local. Fuentes de Santurzi confirman a PROPRONEWS que el busto será respetado y permanecerá en su lugar, como útimo vestigio de una empresa gastronómica de prestigio que permanecerá en el recuerdo de sus numerosos clientes y amigos.

Las máquinas han terminado con el histórico local.
Las máquinas han terminado con el histórico local.
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