jueves, 25 abril, 2024
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ETA: cuando la Iglesia dejó de ser Católica

Iglesia y nacionalismo vasco: el trasfondo de un arrepentimiento anunciado

El autor de este artículo fue testigo directo de la violencia etarra en Euskadi y uno de los valientes que se atrevían a plantarle cara en las concentraciones silenciosas de protesta de Gesto por la Paz. Este es el testimonio sobrecogedor y demoledor de un hombre justo, un hombre vinculado, por fe y trayectoria, a una Iglesia a la que ama, pero a la que le reprocha que dejase de ser católica cuando amparaba a los asesinos y desamparaba a las víctimas.

Xavier Moreno Lara
Xavier Moreno Lara

Hay muchas víctimas que no aparecen citadas en el último comunicado de ETA. En su intento de vender su terrorismo puro y duro con el envoltorio de “conflicto”, la banda terrorista las reduce a dos clases: quienes ocasionalmente lo fueron por cruzarse un día con ellos y quienes intentaban defender el orden y la igualdad de derechos de todas las personas, sin sacrificar a la mayor parte del colectivo vasco en aras de un nacionalismo que heredaba viejas derrotas. Y todos -yo viví en Getxo los años de plomo- éramos sospechosos de estorbar a esa gran causa: lo invadía todo una marea de connivencia que se compendió en aquella expresión que, tras un asesinato, se difundía como la pólvora, por si había que dar un tiro degracia a la víctima: “Algo habrá hecho…”.

Varias veces me alineé entre quienes, convocados por Gesto por la Paz, protestábamos en una concentración silenciosa. Pero no estábamos solos… Allí, haciéndonos frente con chulería, estaban los de ellos…, por si no nos habíamos enterado de que la calle era suya: un peligro para quienes lo olvidábamos. Mirándonos desafiantes, como para que no nos atreviéramos a volver la próxima vez que los suyos volviesen a cometer un crimen cobarde


Si ningún sacerdote figura entre sus más de 800 víctimas se debe a que en ese colectivo encontraba ETA algo más que bendiciones.


LA IGLESIA NO HA SIDO CATÓLICA

Pero esa muestra de dominio de la calle no dejaba de ser anecdótica ante otras líneas de aceptación y apoyo pleno de la violencia abertzale que prosperaron. Especialmente la de la Iglesia Nacionalista. Esta corriente venía de antiguo. Algunos sacerdotes que peleaban con los gudaris durante la guerra civil fueron fusilados o desterrados. En los años 40 conocí a uno de ellos, don Matías, que, siendo natural de Lekeitio, se ocupaba de la parroquia del pueblo de la Rioja Alavesa donde yo vivía por entonces. Todos le queríamos. Pero las cosas cambiaron y desde muchas instancias se ha puesto de relieve que ETA nació en un seminario. Uno de los más rigurosos historiadores del origen de ETA, Jon Juaristi, describe cómo el primer grupo de etarras había sido formado y aleccionado por un profesor de un colegio de religiosos de Bilbao. Si ningún sacerdote figura entre las más de 800 víctimas de ETA se debe a que en ese colectivo encontraba algo más que bendiciones.

Pero de aquellos polvos han venido estos lodos, que son el abandono de la práctica religiosa por una feligresía que ha dado la espalda a la Iglesia Nacionalista, presidida por obispos desafiantes que se negaban a oficiar funerales por las víctimas de las diversas formas de la violencia abertzale.

El obispo Setién denegó expresamente funerales de víctimas de ETA en recintos religiosos bajo su jurisdicción. WIKIPEDIA
El obispo Setién denegó expresamente funerales de víctimas de ETA en recintos religiosos bajo su jurisdicción. WIKIPEDIA

¿Qué han conseguido? Convertir sus territorios en diócesis donde los sacerdotes tienen una media de 70 años y que carecen de vocaciones para el seminario. Todo ello dentro de una fuga generalizada de la práctica religiosa. Pues solo el 58,6% de la población del País Vasco se declara católica, 13,3 puntos por debajo de la media que engloba al resto de los practicantes del resto de España. Que tampoco son numerosos, como acaba de alertar el presidente de la Conferencia Episcopal, otrora obispo de Bilbao, “un tal Blázquez” como lo definió Arzalluz, que esperaba pastores salidos del territorio y defensores de su singularidad. Que los hubo, como Setién.


Obispos desafiantes se negaban a oficiar funerales por las víctimas.


Esa Iglesia, por otro lado, contaba con la complicidad de un hecho sociológico que diferencia al territorio: el País Vasco es un matriarcado. Y la madre nunca va a exigir a su hijo una conducta noble, por encima de todo, como lo haría su padre. No solo estará dispuesta a perdonarle “cualquiera de esas cosas que hacen los jóvenes de tu edad”, sino que entenderá que está luchando por la supervivencia de un pueblo diferente.

Si estas palabras pueden parecer duras a algún lector, las cerraré con una noticia que las confirma: los actuales obispos del País Vasco acaban de hacer una declaración conjunta en la que “piden sinceramente perdón por sus complicidades, ambigüedades y omisiones ante el terrorismo de ETA”. Tomémoslo como un buen presagio. Pero les recordaremos aquello que leíamos en el Catecismo de Astete: para una buena confesión no basta con decir los pecados, sino que hay que arrepentirse de ellos.

(Xavier Moreno Lara es periodista, escritor y filósofo).

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El prestigioso periodista, filósofo y escritor Xavier Moreno Lara, nuevo colaborador de nuestro periódico

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