Las llamadas primarias del PP –que no son tales porque, al final, no serán los militantes los que decidan, sino los compromisarios, de manera que puede “ganar” el candidato que haya quedado segundo– han puesto de manifiesto de nuevo la peculiar idiosincrasia de un partido basado en la corrupción y en la mentira. Ahora ha pinchado también el globo de los casi 900.000 afiliados que los dirigentes decían que tenía el PP, que quedan reducidos, si acaso, a unos 70.000, e incluso menos.
Richard Matheson escribió a mediados de los años 50 del siglo pasado una novela titulada El increíble hombre menguante, que también fue llevada al cine, cuyo protagonista, Scott Carey, por causa de una extraña niebla radiactiva queda reducido a un ser de escasos centímetros de estatura. Al final eso es lo que le ha pasado a Mariano Rajoy, que después de ser presidente del Gobierno de España, una moción de censura no menos radiactiva le ha dejado reducido a registrador de la propiedad de un pueblo de 32.000 habitantes, es decir, un hombrecillo bastante insignificante, con las aspiraciones propias al final de cualquier mediocre pequeñoburgués.
El fiasco de la raquítica verdadera militancia evidencia la naturaleza tramposa del PP.
Pero lo que no podíamos sospechar era que el fenómeno de meteórico empequeñecimiento iba a afectar también, y de manera fulminante, a su partido. Hasta la fecha, y a pesar de ser periodistas experimentados, en PROPRONews, como en los demás medios españoles, nos habíamos tragado la trola pepera de que el partido en el gobierno hasta hace menos de un mes era el campeón de la militancia en España, con nada menos que casi 900.000 militantes.
Los dirigentes del PP no se cansaban de presumir de que su partido tenía nada menos que 869.535 militantes, cifra apabullante en comparación con los del PSOE que no llegan a 200.000 y con los de Podemos, alrededor de 150.000, y que –según esa falsedad del PP- eran el segundo y el tercer partido de España en número de militantes, a años luz de la grandiosa militancia pepera.
Pero ha sido desinflarse el PP como un globo pinchado tras la pérdida del poder, deshacerse Rajoy como una pompa de jabón y convocar primarias para –dicen ellos- elegir a su nuevo líder (aunque por compromisarios interpuestos en la fase final) para que se haya descubierto la mentira de la abultada militancia, tan insostenible, como que el recuento de los votos iba a poner de manifiesto el escándalo de un engaño olímpico.
CIFRAS ELOCUENTES
La evolución de la militancia menguante del PP ha seguido un frenético recorrido de más a menos durante los últimos días, como esos globos que, cuando son pinchados, salen despedidos por la propia fuerza del gas que pierden, hasta quedar convertidos en una arrugada vejiga difícil de reparar y de inflar otra vez.
La secuencia de la mengua militante, apabullante, asombrosa, se observa en el cuadro adjunto, todo según fuentes del propio PP:
LA MILITANCIA MENGUANTE DEL PP |
|
Militantes según los dirigentes a primero de junio |
869.535 |
Militantes según Cospedal a mitad de junio |
780.000 |
Militantes que dicen que pagan cuota (10% de 780.000) |
78.000 |
Militantes inscritos para votar |
64.523 |
Militantes que votarían teóricamente (menos de) |
50.000 |
Militantes que el PP espera que voten |
20.000 |
Se pasa sin solución de continuidad de los 869.535 militantes que el PP juraba y perjuraba que tenía (https://www.republica.com/2018/06/26/el-pp-asume-el-fracaso-de-participacion-para-elegir-a-su-lider-al-no-superar-el-10-de-afiliados/), a los 20.000 que el PP espera que voten efectivamente en estas “primarias” (http://www.elmundo.es/television/2018/06/24/5b2f838c46163f4b958b45b9.html). Un poco más y el partido menguante desaparece del todo.
Al mismo tiempo, los demás partidos que han tenido primarias o votaciones internas han demostrado la fiabilidad de sus cifras. Así el PSOE, en sus primarias de 2017 para elegir a su secretario general y hoy presidente del Gobierno (eso sí que fueron primarias de verdad), probó fehacientemente un censo real de 187.831 militantes inscritos, es decir, al corriente de sus cuotas, de los cuales votaron 148.937 (el 79,84%), saliendo elegido Pedro Sánchez por el 50,26% de los votos y nada menos que casi 75.000 sufragios, es decir, bastantes más, él solo, que todos los votantes que espera el PP que vayan a participar en las suyas. Algo parecido cabe decir de Podemos, que, por ejemplo, en una consulta tan poco atractiva como la del casoplón de Iglesias y Montero en Galapagar, participaron 188.176 militantes, de los cuales, 128.300 (el 68,42%) se decantaron por la continuidad de ambos dirigentes.
Entonces, si los demás partidos tienen al día las cifras reales de militancia y no inflan las listas de sus seguidores, ¿qué ha pasado para llegar a esta situación vergonzosa y vergonzante en el PP, que haría enrojecer al caradura mayor del mundo? La respuesta es bien sencilla. Ha pasado lo que cabe esperar de un partido que basa su acción en la corrupción y la mentira. Todo era falso. Porque militante es, en el PP y en cualquier partido del mundo, aquel que está al corriente del pago de sus cuotas, de modo que cuando transcurre el tiempo reglamentario sin pagar, el inscrito deja de ser militante automáticamente.
Para paliar la vergüenza de un partido que dice tener casi 900.000 militantes y en realidad tiene pocos más de 60.000, los dirigentes ofrecieron un “todos los atrasos a 20 euros”, de manera que con el pago de ese simbólica cantidad, cualquiera podía ser de nuevo militantes con todos los derechos, aunque llevase veinte años sin pagar la cuota, y así poder inflar de nuevo el censo de los posibles votantes en primarias. Pues ni por esas. Según fuentes fidedignas próximas al PP, el número de los que se han acogido a esa fórmula es irrelevante, lo que prueba el grado de descomposición de un partido que ha saltado por los aires en todos los sentidos.
Por si fueran pocas las desgracias del PP, el ínclito de José Mª Aznar ha salido a la palestra para decir que si el partido no se renueva, corre el riesgo de desaparecer. Y para la renovación se ofrece él mismo, es decir, su propio (y más que menguado) cadáver político en carne fallecida.
Lo dicho, un partido menguante, unos dirigentes menguantes y unos exdirigentes menguados hasta la insignificancia. Esto es todo lo que queda de la formación que ha gobernado España durante los últimos años. Las “primarias” confirmarán el desastre.
(José Mª Pagador es periodista, escritor y fundador y director de PROPRONews).
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