Es verdad. Me produce una infinita pereza escribir sobre este caso al que poco puedo aportar a estas alturas porque ya está todo dicho. Pereza por tener que alabar una sentencia que reconoce que la violación es violación. Pereza de aclarar lo que cualquier mujer sabe, que no todos los hombres son violadores, pero que todos los violadores son hombres. Pereza de explicar que esto sucede porque vivimos en una sociedad patriarcal que protege a los hombres y minimiza el dolor de las mujeres. Un sistema que propicia que a estas alturas se piense que la fantasía masculina de follarse entre cinco «machotes» a una cría aterrorizada, es también un deseo femenino.
Pereza, mucha pereza me causa, sí, pero hoy leí esto en las redes y quiero transmitirlo tal cual, con mi agradecimiento a la mujer que lo escribió, Carlota Miranda (podéis ver más cosas suyas en estos enlaces, http://notelotomescomoalgopersonal.blogspot.com; Carlota Miranda Facebook: https://m.facebook.com/notelotomescomoalgopersonal/; Instagram: https://www.instagram.com/_noesnadapersonal/, junto con mi admiración por la víctima, que se ha mantenido firme en su denuncia.
Dice Carlota:
«Les hemos visto drogarse, vacilar con la pistola reglamentaria de uno de ellos, robar gafas en una tienda, sobar entre varios a una chica que está inconsciente y decir en el juicio que la chica de San Fermín seguramente no les habría denunciado «si la hubieran invitado después a una cervecita». Les hemos escuchado hablar de burundanga porque «luego quieren violar todos», llamar «juerga bestial» a la noche de su hazaña y compartir orgullosos su trato habitual a las mujeres. Hemos visto a su abogado llegar a límites vomitivos, repugnantes e inmorales, defendiendo a sus clientes durante horas en televisión. Porque una cosa es hacer tu trabajo y otra cosa es creer realmente que una violación grupal es «sexo en un ambiente de jolgorio», como defendió uno de los profesionales de la justicia que pedía su absolución. Hemos visto cómo páginas web repletas de machirulos publicaban la identidad de la víctima, riéndose de su físico, insultándola y mofándose de lo ocurrido. Hemos visto cómo los vídeos de la agresión sexual eran los más buscados en páginas porno. Hemos visto cómo gran parte de la sociedad creía su versión y los defendía alegando que son buenos hijos. Alguno de ellos, incluso trabajador. Además de atractivo. «Estos chicos no necesitan violar a nadie». Hemos visto cómo la novia de uno de ellos se quedaba embarazada durante un vis a vis. Hemos visto cómo alguna de esas novias, refiriéndose a la víctima, decía que «a cada cerda le llega su San Martín». Hemos visto cómo la joven era investigada por un detective privado, criminalizándola por llevar una vida «normal». Por seguir estudiando, quedando con sus amigas y publicando fotos en sus redes sociales. Señalándola por no vestirse de luto y no quedarse encerrada en casa. Hemos visto cómo los medios de comunicación ponían el foco en ella, llegando a analizar cuáles pueden ser las diferencias entre hacer una felación obligada y hacerla por gusto. Y lo hemos visto en nuestro país, en pleno siglo XXI.
Mi agradecimiento a Carlota Miranda, la mujer que escribió lo que podéis ver en los enlaces que comparto.
No olvidemos jamás que estamos contentas, y con razón, porque al fin se ha hecho justicia con estos individuos. Pero ya es triste que aún tengamos que alegrarnos porque a una violación se le llame violación. Valoremos los avances y no decaigamos en una lucha que es diaria. Una lucha que, desgraciadamente, sigue siendo necesaria».
Hasta aquí, lo que dice, con tanto acierto, Carlota Miranda.
Ya es triste que aún tengamos que alegrarnos porque a una violación se la califique como violación.
Sigo yo y termino. Hace algún tiempo un periódico me preguntó, para una encuesta, si denunciaría una violación, caso de sufrirla. Contesté que no, que no tendría la entereza necesaria para afrontar ese calvario, y que optaría por la venganza.
Hoy pienso diferente, y añado, hay muchos hombres que, en lugar de sentirse aludidos y ofendidos, cuando se menciona el tema, deberían dar las gracias por que queramos justicia y no venganza.
(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).