sábado, 20 abril, 2024
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Caperucita Díaz y el loVox feroz

La todavía presidenta andaluza agita el espantajo de la ultraderecha para aferrarse a un cargo que ya no le corresponde

Caperucita Díaz, que no roja –ella, como otros dirigentes, cargos y barones del PSOE, abandonó hace tiempo la socialdemocracia para hacer políticas liberales abiertamente de derechas-, parece no haberse enterado de que ha perdido las elecciones, aunque la suya sea la fuerza “más” votada. Todavía sigue en estado de shock. Su única “fuerza” le viene ahora de la irrupción de Vox, una excusa para promoverse a sí misma al frente de la defensa del constitucionalismo en Andalucía.

Caperucita Díaz y el loVOX feroz.
RTVE y JIMDO

A la primera que le ha hecho un favor Vox con su irrupción en el Parlamento andaluz es a Susana Díaz. Sin este loVox feroz, Caperucita Díaz no tendría el más mínimo argumento para decir nada con un poco de sustento, si es que este lo tiene. En cuanto se conocieron los resultados de las elecciones, y sin hacer la menor autocrítica más que la expresión de la sorpresa y del dolor de la debacle electoral, Caperucita Díaz pretendió poner en marcha la peregrina idea de un frente constitucionalista, naturalmente presidido por ella, que en sus estrambóticos cálculos habría de mantenerla al frente de la Junta de Andalucía. El espantajo de la ultraderecha era la excusa perfecta para intentar mantenerse en la cima de un poder que ha perdido y que jamás recuperará.


Tendría toda la razón si el respeto a la lista más votada fuera de uso común en toda España y en toda ocasión, pero a Javier Arenas, ganador en 2012, el PSOE no le dejó gobernar.


Además de este argumento principal para promocionarse como presidenta andaluza fallidamente reelecta, Caperucita Díaz adujo el de haber sido la candidata más votada. ¡Fabulosa! Tendría toda la razón si el respeto a las listas más votadas fuera de uso común en toda España y en toda ocasión. Pero da la casualidad de que ese argumento carece igualmente de base en su caso, dado que Javier Arenas y el PP andaluz ganaron las elecciones autonómicas de 2012 nada menos que con 50 escaños -17 más de los que ella tiene ahora-, pero el PSOE-A de Griñán -47 escaños- obtuvo el gobierno gracias al apoyo de IU -12 escaños-. Podría aducirse entonces, con razón, que la ganadora de aquellas elecciones fue la izquierda en su conjunto, dado que aventajó en 9 escaños a la derecha. Pues ahora sucede exactamente lo mismo pero al revés, es la derecha la que aventaja a la izquierda en 9 escaños. Aceptar y respetar esto, aunque no nos guste, es lo que se llama democracia.

Pero, además, por si no hubiera suficientes argumentos para sostener que Caperucita Díaz no puede aducir que encabeza la lista más votada, ahí tenemos a Pedro Sánchez, gobernando España con una base propia de solo 84 diputados.

Si Susana Díaz tuviera un mínimo de coherencia y de amor propio, la noche electoral habría dimitido de inmediato. Son –somos- muchos los votantes socialdemócratas que le dieron la espalda en unas elecciones en las que la abstención ha sido –como ha dicho más de un analista- el verdadero partido ganador. La enorme pérdida de votos y de escaños de Díaz y la descomunal abstención son la consecuencia directa de la nefasta política –corrupción incluida- llevada a cabo por ella y por sus antecesores al frente de la Junta de Andalucía. Después de casi cuatro décadas de gobiernos socialistas ininterrumpidos y del enorme río de dinero europeo que ha regado la región, ¿cómo se explica que Andalucía siga a la cola de España y de Europa en tantas cosas, incluida una tan elemental y clave como la educación, cuyos frutos hay que atribuir, para bien y para mal, exclusivamente a la política educativa autonómica?

Y lo mismo cabe decir de Teresa Rodríguez y de su marca de Podemos disfrazada de AA, que más parece un AAy!!. La gran pérdida de votos y de escaños de su formación –donde la autocrítica brilla también por su ausencia- demuestra que tampoco ella, ni su partido, han sabido conectar con las verdaderas preocupaciones ciudadanas de los andaluces y los españoles.

EL LOVOX FEROZ

Y ahora, a Caperucita Díaz, para suerte suya, que así tiene algo de qué hablar para distraer su propio fracaso, le ha salido al paso el loVox feroz. Pero, siendo ultraderecha, claro, y siendo repudiable la mayor parte de su programa, Vox es una ultraderecha descafeinada y cuasi democrática. Por otra parte, no hay 400.000 andaluces –ni 100.000- que sean racistas, xenófobos, antiaborto legal, recentralizadores y antigénero. Y estoy seguro de que, en unas futuras elecciones normalizadas, cuando los problemas de España –incluida Cataluña- se hayan encarrilado, tres cuartas partes de los votantes de Vox volverán a donde estaban con anterioridad.

A los que tenemos ya cierta edad y hemos vivido los excesos de la ultraderecha tramontana nacida directamente del franquismo –sin ir más lejos, a este periodista le quemó su coche la ultraderecha el 18 de julio de 1980; además, este periodista recibió durante años llamadas anónimas y amenazas de muerte por correo, y fue uno de los cien primeros profesionales de la información de España que aparecieron en las listas de posibles represaliados y fusilados del 24F- Vox nos parece más un pastor –un poco alemán, eso sí- que un lobo feroz. Lobos feroces, los que mataron a los abogados laboralistas de Atocha o los que intentaron el golpe del 23F, por citar solo dos casos.

Así que menos loVox, Caperucita Díaz. No te engañes ni intentes engañarnos a los demás, cuando lo que debes hacer es dimitir y dejar paso a una renovación y regeneración profunda del PSOE-A, al cual, como al PSOE nacional –salvo contadas y honrosas excepciones-, estáis terminando de destruir los actuales dirigentes, cargos, barones y demás.

(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Su último libro publicado es la novela El Viaje del Tiburón – Caligrama Penguin Random House).

SOBRE EL AUTOR

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