sábado, 20 abril, 2024
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Agricultores, los nuevos esclavos

Un trabajo extenuante a pérdidas y, encima, exponiendo el discreto patrimonio familiar y la salud de la inmensa mayoría, en una injusta deriva que solo conduce a la ruina

Los agricultores, puede decirse que son los nuevos esclavos de esta sociedad piramidal, cuyo vértice ocupan las grandes corporaciones junto con los políticos, es decir, la gente que, trabajando más bien poco, nunca pierde y siempre gana, y de la que ellos son, junto con los trabajadores menos afortunados de los demás sectores, la base sobre la que se asienta todo. El campo ha estallado después de décadas de desatención política y social, de trabajo a pérdidas, de malgasto de la salud y de peligro de perder el modesto patrimonio de la inmensa mayoría de los agricultores, y se está manifestando por toda España en una ola imparable. El miércoles pasado estuvimos con ellos en la manifestación de Madrid y en los últimos días venimos recabando testimonios en diferentes territorios, que ponen en evidencia la desesperación del sector.

Madrid.-

Los antiguos esclavos -permítaseme la sin duda exagerada licencia- al menos tenían la estabilidad jurídica y social de saber a qué atenerse, tener asegurada la manutención y conservar lo poco (o mucho, que casos hubo de esclavos pudientes) que tuviesen.

En cambio, los agricultores españoles son hoy los nuevos esclavos, puesto que trabajan de sol a sol muchas veces para nada, sin el mínimo beneficio que justifique su esfuerzo, vendiendo frecuentemente sus productos a precios bajo coste, quemando su salud física en un agotador y penoso trabajo, y su equilibrio mental en un sentimiento de injusticia, ira e incertidumbre que nunca cesa, y exponiendo -y, en ocasiones, perdiendo- el modesto patrimonio familiar de la inmensa mayoría, a causa de las deudas ocasionadas por esta situación abusiva y de la necesidad de supervivencia, que les conduce a tirar de ahorros y bienes cuando el negocio no da. Es decir, la ruina.


El vicepresidente Iglesias, antaño tan amigo de manifestaciones, no dio la cara en la de Madrid y a esa hora se fue en coche oficial al velatorio de José Luis Cuerda.


Ningún gobierno nacional ni autonómico, desde el inicio de la Transición hasta hoy, ha tenido en la debida consideración a los agricultores ni ha tomado las medidas pertinentes para que el sector tal vez más sacrificado y expuesto -junto con el minero, el pesquero y el de la construcción- tenga al menos la posibilidad de sobrevivir dignamente ganando lo suficiente para salir adelante. El olvido en el que está sumido el campo español por parte de todas las administraciones públicas y la nula defensa que de él hacen los gobiernos es, entre otras, la principal causa de la ruina que vive el sector. La responsabilidad es tanto de las izquierdas como de las derechas que se suceden en la gobernación del país, incluidos los falsos herederos del 15-M. El mismo Pablo Iglesias, que cuando no era diputado, ministro, vicepresidente del Gobierno y propietario de mansión acudía a todas las manifestaciones habidas y por haber, no tuvo un ratito para asistir a la que los agricultores hicieron en Madrid el pasado día 5, y, en cambio, en esas mismas horas se fue en coche oficial al sepelio del director de cine José Luis Cuerda. Todo muy coherente. No tiene nada de extraño que los manifestantes de Madrid, entre los que también había agricultores de otras regiones de España, gritaran a coro “coletas, cabrón, coge el azadón”.


En la manifestación de Madrid los mismos agricultores que gritaron “coletas, cabrón, coge el azadón”, abuchearon y expulsaron a Santiago Abascal.


NO A LA INSTRUMENTALIZACIÓN POLÍTICA

Y no se trata de que los agricultores sean antiizquierdas, porque en el campo español se vota a todos los partidos, según nos decía Paco, un agricultor llegado de Zamora. La prueba fueron los silbidos y abucheos con que el grueso de los congregados en Madrid ante el Ministerio de Agricultura recibieron a Santiago Abascal y otros políticos de Vox que se atrevieron a hacer acto de presencia para capitalizar la protesta, un tiro que les salió por la culata, puesto que tuvieron que abandonar la manifestación. Lo que los agricultores no quieren es ser instrumentalizados por ningún partido político.

Gente sencilla y esforzada que solo quiere vivir de su trabajo. J.M. PAGADOR
Gente sencilla y esforzada que solo quiere vivir de su trabajo. J.M. PAGADOR

El campo ya no aguanta más y ha estallado. La rebelión empezó en Extremadura a finales de enero. Millares de agricultores extremeños convocados por la práctica totalidad de las organizaciones agrarias extremeñas, encabezadas por COAG, UPA-UCE, Asaja Cáceres y Apag-Asaja, acudieron a la manifestación ante las puertas de la institución ferial agraria de Don Benito (FEVAL), donde el ministro de Agricultura y el presidente de la Junta extremeña iban a inaugurar la feria agraria anual. Los manifestantes pretendieron acercarse a la entrada del recinto, pero fueron rechazados con extrema contundencia por las fuerzas de orden público, cumpliendo órdenes de la Delegación del Gobierno en Extremadura.


Los agricultores españoles han llegado a un punto de no retorno en su rebelión.


Hemos visto en muchas ocasiones acciones infinitamente peores de manifestantes separatistas en Cataluña que no han recibido, ni de lejos, la violenta respuesta que tuvieron que sufrir los agricultores extremeños. Esa chispa prendió enseguida -porque el campo español es ya un polvorín- por todo el país, y empezaron a sucederse manifestaciones en numerosos puntos de la geografía nacional, para extenderse por toda España. Quienes las promueven no son gentes de la derecha tradicional ni terratenientes -¿han visto ustedes alguna vez a un ricachón manifestándose en la calle?- como se ha sugerido por parte de algunos que no han trabajado en su vida; prueba de ello es la reacción de los manifestantes de Madrid contra Vox.

Los manifestantes de Madrid, armados de sus banderas, echaron a Vox y gritaron contra el coletas. J.M. PAGADOR
Los manifestantes de Madrid, armados de sus banderas, echaron a Vox y gritaron contra el coletas. J.M. PAGADOR

Los agricultores que entrevistamos en Madrid y los que hemos sondeado durante los cuatro últimos días en diferentes regiones españolas se quejan, en resumen:

  • Del hundimiento de los precios agrarios.
  • De tener que trabajar con costes superiores a las ganancias.
  • Del impacto negativo en el sector de la subida del salario mínimo.
  • De la insoportable competencia de los países del Magreb, cuyos bajísimos precios son consecuencia de los insignificantes salarios y las subvenciones en esa zona norteafricana.
  • De la incertidumbre por el futuro de la PAC.
  • De la falta de ayudas y bonificaciones fiscales.
  • De la ausencia de una política agraria nacional digna de tal nombre.
  • De la desatención gubernamental a la España vacía, que cada vez lo será más, entre otras cosas, por la ruina que representa hoy trabajar el campo.
  • De la falta de consideración general hacia un sector que representa nada menos que el 10 % del PIB nacional y es el 4º exportador de la UE.
Vidas enteras entregadas al campo. Canas y callos a cambio de casi nada. J.M PAGADOR
Vidas enteras entregadas al campo. Canas y callos a cambio de casi nada. J.M PAGADOR

Estas son, entre otras, los principales problemas y reivindicaciones de los agricultores y los ganaderos españoles. Las recientes manifestaciones son solo un aviso. El campo español está a punto de estallar. Los agricultores han llegado a un punto de no retorno, porque seguir trabajando en estas circunstancias es un suicidio económico, social y familiar. Ellos no quieren seguir siendo los nuevos esclavos que trabajan por nada y alimentan a todos. Por eso han empezado a rebelarse. Y no van a parar.

(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).

SOBRE EL AUTOR

José Mª Pagador y Rosa Puch, casi 100 años de periodismo

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