En los últimos días dos personajes han destacado como líderes en sus respectivas canchas de actividad. El principal, que ha brillado y situado su estela en lo más alto para convertirse en leyenda, ha sido Rafa Nadal. Con su triunfo en el Open de Australia, tras vencer en un disputadísimo partido al ruso Daniil Medvédev, diez años más joven que él, Rafa sumaba en Melbourne su 21 grand slam a su exitosa carrera y a los 38 años se convertía en el tenista hombre con mayor número de títulos. Nadal ha hecho historia y no sólo como deportista, número uno en su especialidad, sino también como persona, por sus extraordinarios valores humanos. Un ejemplo para muchos jóvenes, por su entrega y tesón en aquello que desempeña.
El otro líder, aunque imaginario, es Pedro Sánchez, quien, en un intento de mostrarse ante los ciudadanos como un gran mandatario con autoridad en la crisis de Ucrania, aparecía en un ridículo montaje teatral en su despacho de La Moncloa, tan impostado que mueve a la risa y al cachondeo al que tan dado es el pueblo español. El baño de realidad lo recibió unas pocas horas después, cuando el presidente norteamericano Joe Biden convocaba a los principales dirigentes europeos, sin contar con él, dejando aún más en evidencia lo absurdo de su teatrillo. Según la ministra portavoz, el hecho de quedar relegado fue una «cuestión de formato». ¡Naturalmente!
(Julián Leal es licenciado en Ciencias de la Información, periodista con una experiencia de décadas en prensa escrita, diseñador y humorista gráfico).
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