viernes, 19 abril, 2024
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Víctor Hugo García, el valiente misionero periodista

Dice misa, casa, bautiza, dirige una revista y critica al poder en uno de los países más pobres del mundo

Vida Nova es la única revista nacional de Mozambique, elaborada e impresa a la antigua usanza, en circulación mes a mes desde hace cincuenta y siete años, y dirigida por un misionero que es, a la vez, periodista, y que tiene el muy literario nombre de Víctor Hugo. Sobre este y sobre otros milagros que obran en Mozambique –como en toda África- tantos hombres y mujeres entregados a ayudar a los demás, escribe esta vez desde el corazón del continente nuestra viajera periodista.

Salimos de viaje muy temprano. Primera parada en Nampula, entre una colorida nube de gente que viene, va y rodea el coche pidiendo «boleia» (algo parecido al autostop). Hay que comprar cemento y cargar una buena tanda de cubiertas de zinc. Víctor Hugo García Ulloa, misionero comboniano, nos advierte por enésima vez que nada de sacar el móvil, ni siquiera para captar las magníficas imágenes que ofrece la ciudad a estas horas. De hacerlo, desaparecería entre el gentío en un abrir y cerrar de ojos, escamoteado por algún astuto ladronzuelo. Él lleva diecisiete años en Mozambique y lo sabe bien.

Hoy sábado parte con lo necesario desde su misión en Anchilo, para construir una sala polivalente que sirva de lugar de reunión, cursos, formación, encuentros, ensayos y lo que haga falta, en la aldea macúa de Nihomakala, en pleno mato. Los macúa son el pueblo mayoritario, un tercio de la población total mozambicana, y el más desfavorecido también. Víctor ha llegado a un acuerdo colaborativo con ellos, él pone los materiales y ellos construyen el centro; así será de todos.

Con nosotros vienen Cecilia y la hermana Hipo, ambas originarias de la aldea que visitaremos. Cecilia trabaja en la revista Vida Nova, que dirige Víctor, que además de misionero es periodista. Vida Nova llega a casi todos los rincones de este extenso país.

DE PERIODISTA A PÁRROCO

Pero hoy toca descanso y el padre deja la Redacción para recorrer su parroquia, formada por una serie de poblados sin luz, sin agua, sin saneamiento. Dormirá en una payota como la de ellos, llevará materiales de albañilería, como hoy, y casará, bautizará, impartirá consejos, solucionará conflictos, visitará enfermos, charlará con niños y jóvenes, animándoles a estudiar pese a las condiciones (algunos han de recorrer 15 kilómetros diarios para ir a la única escuela de la zona, una escuela primaria que ni siquiera tiene bancos para los alumnos) y comerá todo lo que le pongan, porque la forma de agasajar a los huéspedes es esa, y es de buena educación aceptar lo que te ofrecen.


La única revista nacional del país, la que él dirige, cumple 57 años.


Montaña Malpartida Iglesias, antropóloga, que vivió unos años con los macúa, pueblo al que adora y sobre el que ha escrito su tesis, y gracias a la cual este viaje es posible, y yo, nos acomodamos para llegar hasta donde ningún turista podría. Tras subir las enormes chapas a la parte trasera del todo terreno, emprendemos ruta, dando tumbos entre enormes cajueiros y un paisaje digno de una película de aventuras.

Víctor Hugo, habla con fluidez emakuwa, la sonora y rotunda lengua de los macúa, y celebra sus alegres misas con música y baile en ese idioma. Cada fin de semana, durante todos estos años, recorre con su ranchera la extensa zona de su parroquia. Es su manera de emplear un tiempo que otros dedicamos al ocio.

DE PÁRROCO A PERIODISTA

El lunes Víctor Hugo cuelga en la percha la colorida casulla de oficiar y se mete en su despacho para planificar un nuevo número de Vida Nova. La revista lleva 57 años saliendo puntualmente cada mes. No paró ni durante las dos guerras que ha sufrido el país en su historia reciente.

Víctor Hugo con algunos de sus feligreses en uno de los numerosos poblados que tiene a su cargo.
Víctor Hugo con algunos de sus feligreses en uno de los numerosos poblados que tiene a su cargo.

Vida Nova tiene una tirada de 22.000 ejemplares, que se confeccionan íntegramente, desde la idea hasta el papel, en la misión de Anchilo. Víctor Hugo, Cecilia y Gervasio se encargan de la parte creativa y de administración, y una serie de trabajadores contratados se afanan en el taller, con unas máquinas a las que hay que tratar con mimo para que no se atasquen.

Una vez impresas, las 22.000 revistas se reparten por todo el país, con el orgullo de ser la única revista nacional que llega desde la norteña provincia de Lichinga a la capital Maputo, en el sur, cerca ya de Sudáfrica.

Amor y consuelo para quienes más lo necesitan.
Amor y consuelo para quienes más lo necesitan.

El último número recoge artículos que van de lo puramente evangélico a un informe sobre la incidencia del sida en el país o la necesidad de una revolución cultural en Mozambique.

Víctor habla entusiasmado de su trabajo:

Vida Nova tiene un formato muy sencillo, pero causa un gran impacto; es nuestra contribución para que la población de este país cree conciencia. Es una publicación muy crítica con el poder, con los políticos y con las grandes empresas extranjeras que están devastando los recursos naturales de Mozambique. Somos una caja de resonancia, donde dar cabida a la voz de los que no la tienen.

Es valiente y crítico y se atreve con temas sangrantes:

– Tratamos temas como el tráfico de seres humanos y de órganos, la persecución a los albinos, los derechos de la mujer y de los jóvenes. Yo, personalmente, me guío por la espiritualidad de los países latinoamericanos, concretamente la Teología de la Liberación y la influencia que ha tenido en el desarrollo y la historia de estos países.

PERROS BÍBLICOS

El padre Víctor adora a los perros y cuida de ellos en su misión. Tienen nombres de personajes bíblicos, Abraham, Abigail, Lucas… y los muestra con orgullo de padre, mientras confiesa, satisfecho también, que pese a su línea crítica y a algunas presiones, mantienen la libertad y son respetados por el Gobierno.

Llevando ayuda a sus feligreses.
Llevando ayuda a sus feligreses.

– La revista – dice- es la biblia y el periódico, la única que llega a todos los rincones. En un país, además, donde en enormes zonas no existe ni un periódico ni mucho menos la TV, Vida Nova es el único medio de información. Sus 22.000 ejemplares se multiplican porque se pasan de mano en mano y en muchas parroquias se traduce, del portugués en el que se escribe y publica, a los numerosos idiomas que habla el pueblo mozambicano. Su utilidad llega al extremo de que los números viejos se utilizan, hoja a hoja, para adornar la iglesia los días de fiesta.


Vida nova, una voz frente a los que tienen demasiada voz.


Desde 2011, año en el que Víctor Hugo asumió la responsabilidad de Vida Nova, la publicación ha crecido en su objetivo primordial: colaborar con el desarrollo de este país, un país con un potencial y unos habitantes merecedores de mejores dirigentes, como casi todos los países del mundo.

Apago la grabadora. Es agosto, temporada seca. Hace un tiempo muy agradable, pero por la noche refresca. La luna brilla sobre el poblado. Un par de chavales me piden que les enseñe alguna palabra en español. Montaña juega al corro con un grupo de niños. A la luz de una linterna cenamos arroz, chima y matapa, la austera comida de estas gentes. En nuestro honor, en esta ocasión también hay gallina.

Para rematar bebemos «primerinha» y bailamos un buen rato con los jóvenes. Luego nos vamos a la «kitanga», la cama tradicional, formada por cañas y una estera. Aumenta el frío, nos arrebujamos en los sacos y tras un buen rato dejan de oírse los batuques y los cantos, pero empiezan las risas. Son los chicos jugando a la eterna rueda del amor.

Montaña dice, justo antes de caer rendida:

– ¿Te das cuenta? La risa es igual en todos los idiomas.

(Textos, fotos y vídeos, de Elisa Blázquez Zarcero)

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