Hay períodos en los que, por los más diversos motivos, el ambiente político se vuelve irrespirable, como en esos días de bochorno. Ahora vivimos uno de esos momentos en los que la atmósfera está demasiado cargada, el aire se vuelve denso y el barómetro marca una fuerte presión que presagia tormenta. El sometimiento de la Reforma Laboral al refrendo del pleno del Parlamento desató un fuerte vendaval, que hizo levantar a muchos diputados de sus asientos. Se escucharon gruesas palabras, se vieron aspavientos, caras de indignación, gesticulaciones iracundas.
En fin, el espectáculo que ofrecieron sus señorías fue poco edificante a raíz de producirse el inesperado resultado. El júbilo expresado por los populares cuando la presidenta de la cámara se equivocó en el resultado, dio paso a gestos de desaprobación cuando el voto de uno de sus diputados validaba la ley. La reforma sale adelante por un voto a favor, producto de la torpeza de un diputado del PP que se equivocó al emitir su voto por vía telemática. La reacción no se hizo esperar. Los populares protestaron y exigieron que se cambiara el sentido del voto, al haber hecho acto de presencia Alberto Casero, el autor del desaguisado, y la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet dijo que ni hablar, que no había vuelta atrás. Se escucharon gritos de tongo y enseguida comenzó a circular por las redes la acusación de un pucherazo. Al tiempo, los populares preparaban un recurso ante el Tribunal Constitucional para exigir una reparación. Para evitar las confusiones con los botones de sus señorías, ha aparecido un nuevo juego de mesa, el VOTON, para adiestrar divertidamente a nuestros despiertos representantes en el procedimiento del voto con botones.
(Julián Leal es licenciado en Ciencias de la Información, periodista con una experiencia de décadas en prensa escrita, diseñador y humorista gráfico).
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