sábado, 27 abril, 2024
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Cuenta atrás hacia una España forzosamente mejor

La sentencia del “procés” y la exhumación de Franco marcan un antes y un después para un futuro esperanzador

Nada será igual en España después de la medida sentencia del procés y de la exhumación y traslado de los restos de Franco. Mirando ambos acontecimientos desde una cierta perspectiva, más allá de la inmediatez de los hechos, su simbolismo y sus efectos cobran una dimensión histórica que va a determinar un evidente cambio de enfoque político para los años venideros. Un nuevo enfoque que, por encima de la actual coyuntura política, se adivina esperanzador.

La exhumación de los restos de Franco y la sentencia del procés tienen en común no solo su inesperada coincidencia en el tiempo, sino, sobre todo, su sentido de punto y final a dos cuestiones políticas dispares pero muy significativas en relación con dos aspectos esenciales de la irreversible vida democrática de nuestro país.


La exhumación y la sentencia del procés tienen en común una inesperada coincidencia en el tiempo y su sentido de punto y final a dos cuestiones políticas dispares pero muy significativas.


La saca del cadáver del dictador y su traslado a un simple cementerio pone punto y final de manera simbólica a una transición política que ha durado demasiado tiempo y que hace décadas que debería llamarse de otro modo, o no llamarse de ninguna manera, en la nomenclatura de la normalidad democrática de un país avanzado como España. Transición fue la nuestra en los primeros años del cambio de una dictadura a una democracia plena. Pero los efectos del franquismo han durado tantísimo tiempo y han sido tan poderosos -a la vista están las dificultades para la exhumación de tan simbólico cadáver y para recuperar y dar digna sepultura a las decenas de millares de sus víctimas que aún permanecen en fosas comunes por toda España- que puede decirse que la Transición concluye ahora, con el traslado del cadáver de Franco y la reconversión del mal llamado Valle de los Caídos en una elocuente aula de historia de España.

Con eso, además, culmina dignamente una trabajada paz que cierra los últimos flecos residuales de la Guerra Civil y permite mirar al futuro de otra manera, con mucha más esperanza y honor.

Por su parte, la sentencia del procés, siendo un acontecimiento histórico tan diferente al otro que comentamos, tiene también una significación de corte y final de una inaceptable continuidad de la perversión democrática a que sus líderes han llevado a Cataluña y al conjunto de España. Si Franco enterrado en Cuelgamuros pervertía la democracia e impedía la plenitud del régimen de libertades y derechos, el golpe de estado de los independentistas catalanes hacía lo mismo, bien que por procedimientos distintos, pero con efectos similares.

COINCIDENCIA HISTÓRICA

Que el devenir haya hecho coincidir ambos acontecimientos seguramente no es casualidad. Hay en ambos una causalidad histórica que entremezcla lo que representa una dictadura y lo que pudiera haber representado el triunfo de los golpistas catalanes, que pretendieron imponer su voluntad sobre bastante más de la mitad de los ciudadanos de esa comunidad. La lección es única y es doble. No podemos admitir la imposición de nada ni de nadie que no venga determinado por el respeto a la ley y el consenso democrático. El golpe por la fuerza de las armas o el golpe saltándose la ley se parecen en la falta de respeto a la legalidad.


En ambos casos, el de Franco y el de los sediciosos independentistas, la víctima fue siempre la convivencia entre españoles.


Franco a un cementerio común y los sediciosos, a seguir en la cárcel, como corresponde a quien no debería haber disfrutado de honor alguno y como corresponde a quienes infringieron tan gravemente la ley. En ambos casos, el de Franco y el de los sediciosos catalanistas, la víctima fue siempre la convivencia entre españoles.

Logrado esto por una España democrática mucho más fuerte y moderna de lo que algunos creen, solo cabe mirar al futuro. Franco en una sepultura ordinaria y Junqueras y sus cómplices en la cárcel son el mejor comienzo para la España forzosamente mejor que viene. Eso no quita que haya que limar todavía algunas de las asperezas finales del franquismo y que haya que consensuar el evolucionado marco constitucional en el que todos los españoles, incluidos los españoles que no se sienten tales, se sientan a gusto o, al menos, cómodos, dentro de la unidad de España.

La única dificultad que vemos para consumar este proyecto de convivencia a largo plazo es la baja calidad de la clase política que padecemos. Pero la esperanza está toda puesta en esta ciudadanía admirable que es capaz de las mejores empresas cuando es necesario. Si los políticos que nos han conducido a este callejón del bloqueo a pesar de que tenían todas las opciones de gobernar en consenso, no cambian el rumbo, la ciudadanía les va a pasar por encima antes de lo que imaginan. Vienen tiempos nuevos y, aun asumiendo todas las dificultades, no perdemos la esperanza.

(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).

SOBRE EL AUTOR

José Mª Pagador y Rosa Puch, casi 100 años de periodismo

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