viernes, 26 abril, 2024
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Buscando el futuro

Promover y gestionar lo que viene, en libertad y en justicia, es competencia de cada uno de nosotros

Hablando del futuro, del nuestro, de quien lo edifica y de quien lo ha de edificar, está claro que tenemos que ser nosotros, aportando cada uno lo que puede. Porque si nos fiamos solo de los políticos, de las instituciones y de los falsos profetas o gurús, podemos encuadrarlos donde deseemos, ignorando lo que nos dice Samuel P. Huntington sobre que los auténticos sujetos de la historia no son los individuos, son las civilizaciones o colectivos, como base de un paso para superar la globalización. Porque si comparamos aquellos conceptos o máximas, que, por otra parte, quedan bastantes claras en su libro El choque de las civilizaciones, si lo hacemos con las promesas de aquellos a los que no les importan principios o los disimulan de una manera soterrada, nos dejaremos llevar por una falta de competencia a la hora de gestionar el futuro.

Francisco Bautista Gutierrez
Francisco Bautista Gutierrez

Si no apostamos por un futuro planeado, desarrollado y con la mente puesta en que lo mismo que las civilizaciones desaparecen y aparecen de nuevo, de igual manera sucederá con aquellos que manejan hoy los hilos, entonces nos sucederá como a aquel barco en medio de una mar arbolada y afrontaremos problemas de difícil solución.

Pero hemos de detenernos y aceptar que para tener claro decidir dónde vamos, es de suma importancia saber de dónde venimos, hacerlo de una manera segura y firme, analizando lo sucedido a lo largo de nuestra historia, sin recrearnos en lo malo que hemos vivido, como nos pasa a veces, que recordamos con más firmeza aquellas penurias pasadas; pero tampoco hacerlo no solo en las victorias no ganadas, porque de estas podemos aprender que no son perdidas ya que, de todas ellas, hemos aprendido mucho más de lo que creemos. Por eso no tenemos que emplear todo nuestro tiempo en interpretar el pasado, lamentarnos por las derrotas o gritar de alegría por los triunfos. En una balanza pesan lo mismo unos que otros momentos. En las victorias hay personas, como en las derrotas, que se quedan en el camino. Hay algunos como aquel desertor que se escondió en los montes o aquel héroe que defendió la bandera como fue Martín Álvarez, que nos enseñan que hay que mirar hacia atrás, pero con más firmeza hacia adelante, para inventar el futuro en todos los ámbitos de la vida, humano, social, tecnológico…


No tenemos que emplear todo nuestro tiempo en interpretar el pasado, lamentarnos por las derrotas o gritar de alegría por los triunfos.


La revolución tecnológica es imparable, mientras que el modelo tradicional, en todas las vertientes de la vida -las relaciones sociales, abandonadas y sustituidas a pasos agigantados por un nuevo modelo de convivencia; el desarrollo personal, agotado en lo que no sea la adaptación a esa tecnología; la comunicación, cada vez más escasa y deteriorada; incluso la lengua, sustituida por anglicismos, palabras cortas sin sentido más que para el emisor y un largo etcétera de situaciones-, nos viene a demostrar que el modelo tradicional de vida y convivencia está agotado.

HACIA UN MUNDO INIMAGINABLE

Nos rodean conceptos como el big data, datos accesibles en cualquier lugar y con gran capacidad, hiperrealidad, aunque esto quizás nos venga bien si con ello aprendemos a distinguirnos y a pensar en porqué somos tan diferentes. Nada que decir a estas herramientas inteligentes que veíamos hace unos años como algo imposible, al igual que nos sucedía con los vehículos autómatas, las naves sin tripulación, o los robots con capacidad de pensar, e incluso un sistema de comunicación perfecto que hace prehistóricos aquellos equipos tan singulares que utilizábamos no hace tanto tiempo.

Hay que diseñar el futuro que queremos. RTVE
Hay que diseñar el futuro que queremos. RTVE

Galopamos hacia un mundo que va más allá, un mundo que no podemos imaginar, como tampoco podían hacerlo los antepasados cuando leían a autores futuristas, no hace tanto tiempo. Miramos el horizonte buscando, sin saber qué, pero viendo un futuro caracterizado por estas tecnologías, ahora nuevas, dentro de nada, viejas, y no apreciamos algo que está sucediendo, no observamos que culturas, a veces diferentes y otras similares, con objetivos distintos, porque no saben lo que están buscando, no encuentran puntos coincidentes, similares, y acaban chocando, buscando en definitiva el control total para enmascarar su debilidad, tratando de afianzar su poderío en forma de una fuerte economía.

Se sujetan en sus ideas, buscan férreamente un control de lo que sea, porque esa es la única manera de afirmar su hipotético poder; falsean sus necesidades, sus miserias en algunos casos, para sentirse más firmes que nadie, para hacer llegar a quien les escuche que su cultura es la única que prevalece.


El modelo tradicional de vida y convivencia está agotado.


Nosotros debemos reafirmarnos en la nuestra, firmemente, y mantenernos unidos en la miseria, con respeto a los matices y deseos que correspondan. Es cierto que socialmente, y más en política, todo se tolera, a todo le encontramos una explicación que a veces nos parece lógica, pero en la mayoría de los casos desprestigiamos. Es verdad que, cuando hablamos de otras culturas, enmascaramos la realidad en conceptos como tradición, dinero, poder, pero no debemos caer en ese estado. Nos deben guiar unos principios distintos. En la elaboración de nuestro futuro debemos tener en cuenta que la complacencia acaba regando las cosas secas. De esa manera podemos apreciar, al igual que si aplicamos el desprecio, cómo nacen los mediocres y eso no debe ser. Respetar todas las culturas, sí, pero hacernos firmes en nuestros valores.

BUSCAR UN FUTURO

Buscar un futuro sí, tecnológico, poderoso, firme y con las ideas puestas en lo que necesitamos, pero con algunos puntos en común en todos los integrantes. Rivalidad, pero no el declive de aquellos valores como son la lealtad, la honradez, el honor, la obediencia y todos aquellos que llevamos grabados hasta nuestra muerte, pero que nos enorgullecen y nos unen, aquellos conceptos que deben prevalecer sobre todas las cosas, si no queremos terminar en un estado de conflictividad contra nosotros mismos.

Martín Álvarez, ejemplo de los valores del héroe.
Martín Álvarez, ejemplo de los valores del héroe.

La revolución tecnológica es imparable, el futuro apasionante y, en nuestro caso, más aún, porque cada avance es un reto conseguido y el abanico que tenemos ante nosotros es tan amplio como imposible de detener el que se nos presenta.

Consecuencia de ello es que las relaciones internacionales están entrando en una nueva fase, tal vez porque la civilización en la actualidad, y en casi todos los lugares y situaciones sea más una entidad cultural formada por grupos de personas que compartimos una misma identidad, diferente de otros grupos, pero no menos importantes.


Se sujetan en sus ideas, buscan férreamente un control de lo que sea, porque esa es la única manera de afirmar su hipotético poder.


Es verdad que a los potenciales enemigos les vemos más o menos avanzados, pero nunca como nosotros. Y es cierto también que es muy difícil romper las relaciones con otros países y, menos aún, enfrentarnos a ellos porque todos sabemos lo que nos jugamos y es bueno y positivo tener en cuenta estos avances tecnológicos que nos llegan, estos que encuadramos dentro de un modelo de Inteligencia Artificial. Aquel colectivo que domine este tipo de inteligencia, dominará en gran medida el mundo, y nosotros debemos ser parte importante de ese colectivo. Y tiene que ser así, porque una sociedad que no tenga confianza en las personas que van a defenderle ante una situación límite, esa sociedad va camino de la debilidad, del fracaso.

Necesitamos un esbozo de futuro, algo que nos indique qué tenemos que hacer, con qué medios podemos contar y, por supuesto, saber que podemos utilizarlos, con confianza absoluta en el conocimiento de los mismos.


Aquel colectivo que domine la Inteligencia Artificial, dominará en gran medida el mundo.


Empleamos mucho tiempo en interpretar el pasado, que no dudo es importante pero no suficiente. Pero hay que empezar a diseñar el futuro en todos los sentidos, porque actuando así, es la única manera de construirlo, de inventarlo, enfrentándonos a lo que ha de llegar de la manera que queramos que suceda. Y no es que esto sea alguno nuevo. Las anteriores generaciones lo diseñaron para que ahora sea lo que es, y si de algo nos sentimos orgullosos, eso se lo debemos en gran medida a ellos.

Tampoco lo tuvieron fácil. No podemos ampararnos en la manida queja de la necesidad. Tenemos lo más importante que se puede tener: el personal, tan cualificado y preparado que es capaz de enfrentarse a cualquier reto; preparación debida en gran parte, no lo olvidemos, a aquellos que nos precedieron.

Portaaviones español. Hay que garantizar la libre circulación marítima. PROPRONews
Portaaviones español. Hay que garantizar la libre circulación marítima. PROPRONews

Partimos de la importancia del dominio del mar, de ahora, del futuro y del pasado, si observamos que parte del bienestar que disponemos viene del contacto con otros países, en un tráfico de mercancías y bienes de todo tipo, y del contacto con los productores de los mismos. Nuestros barcos deben navegar firmes y serenos por cualquier océano, sabiendo que estamos a la altura de cualquier país, y, por supuesto, conociendo de antemano que estarán siempre defendidos.

Y, sin embargo, no podemos afirmar que con tanto avance hayamos conseguido un mundo más estable en ninguna de las vertientes que forman el vivir el día a día. Ni social, ni tan siquiera humanamente, hemos logrado avanzar como debería ser.

Debemos dedicar tiempo a comprender y explicar el pasado, aunque nos oprima el presente y tengamos puesta la mirada en el futuro. Si en el ámbito social y civil nos aproximamos a un mundo que se caracteriza por una tecnología cada vez más necesaria, al estar aplicada a todo, desde la alimentación hasta la creación de híbridos, una verdadera revolución industrial, jamás debemos abandonar nada de lo aprendido, para poder enfrentarnos al reto de comprender y liderar al personal que va a vivir esa revolución tecnológica en la que estamos inmersos, a aquellos que empiezan a despuntar como seres humanos.

Todos son deseos hermosos por los que debemos luchar, aunque tengamos a los cabezas visibles empeñados en que hagamos lo contrario, en que actuemos como borregos, dejándonos llevar por la palabrería y sin ver la incompetencia que lamentablemente conseguirá que cambien todos los ideales. Esperemos que antes cambien ellos.

(Francisco Bautista Gutiérrez, marino militar, ha sido Mayor de la Flota y profesor, y es hidrógrafo, oceanógrafo y escritor).

SOBRE EL AUTOR

Francisco Bautista Gutiérrez, exMayor de la Flota, hidrógrafo, oceanógrafo y escritor, nuevo colaborador de PROPRONews

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