sábado, 20 abril, 2024
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Borrell, president

Dentro y fuera del PSOE se le empieza a considerar como posible candidato de consenso de las fuerzas constitucionalistas

La operación no es fácil, porque, entre otras cosas, hay que contar primero con la voluntad del interesado y con el acuerdo de los socialistas y particularmente del PSC. Pero dentro y fuera del PSOE se empieza a escuchar un clamor cada vez más extendido que dice “Borrell, president”. La figura del expresidente del Parlamento Europeo no estaría mal vista para presidir la Generalitat por el resto de las fuerzas constitucionalistas de Cataluña llegado el caso de necesidad frente al separatismo.

Es un clamor que empieza a extenderse dentro y fuera del PSOE, según fuentes bien informadas. De las masivas manifestaciones antiseparatistas del 8 y del 29-O ha emergido de manera natural un líder popular impensable hasta ese momento, Josep Borrell, un político catalán y español, que lo ha sido todo en la política española y europea, y que encarna perfectamente la doble condición ciudadana de español y catalán, así como la autoridad, la claridad de ideas, la experiencia y el respeto a la Constitución y al Estatut. Porque una cosa está clara: el 21-D debe ganar las elecciones catalanas el bloque constitucionalista. Incluso hay sectores de este bloque que piensan con optimismo que incluso se le puede ganar a ERC, que es la formación que actualmente dan como ganadora las encuestas, aunque el bloque separatista perdería la mayoría absoluta.


Ha emergido espontáneamente un líder para el problema catalán por natural adhesión popular que va más allá del partidismo.


El PdeCat está partido por la mitad –ya ha anunciado Santi Vila su intención de ser candidato a las elecciones- y muchos de sus votantes moderados pueden ir al PSOE y en menor medida a Ciudadanos. Por otro lado, Oriol Junqueras, el líder de ERC, ha hecho mucho daño a esa formación, sobre todo después de asegurar que Cataluña no solo no perdería empresas ni bancos sino que muchos que no estaban «se darían de tortas» por instalarse allí. Y la realidad es que –sin contar otros graves daños- han salido ya 2.000 grandes empresas, que representan casi el 50% del PIB de la región. Es difícil pronosticar cómo afectará eso, y el torpe manejo de la farsa republicana, a la intención de voto de los simpatizantes de ERC que no quieren ver mermados sus ingresos ni sus condiciones de vida. Pero ningún votante del mundo –y los catalanes quizás menos que nadie- van a votar contra su bolsillo.

UNA FIGURA INDISCUTIBLE

Por eso es imprescindible en este momento un político experimentado, intachable, con autoridad y largo recorrido, que pueda encarnar toda la energía y el esfuerzo de la mayoría que quiere seguir siendo española, silenciada y renacida en Cataluña el día 8 y el 29 de octubre. Y ese hombre podría ser Borrell. Parece evidente que ni Arrimadas –a pesar de sus méritos y por mucho que suba su formación-, ni Iceta ni García Albiol ni la franquicia catalana de Podemos, están en condiciones, por sí solos, de ser la fuerza más votada el 21-D. Pero es posible que las fuerzas constitucionalistas, incluso solo las tres primeras citadas, puedan superar al bloque secesionista.

El PSOE ya obtuvo el mayor número de votos en las elecciones autonómicas catalanas de 1999 y de 2003 y es el único partido no nacionalista que ya ha tenido dos presidentes de la Generalitat; por tanto, no es descabellado pensar que en esta situación crítica pueda volver a tener buenos resultados si encabeza la formación una figura indiscutible como Borrell. Él de presidente e Inés Arrimadas como vicepresidenta serían un tándem perfecto en estos momentos. La situación es tan grave que, ya que no una lista unitaria del bloque constitucionalista, sí cabe dentro de lo posible un gobierno de coalición o de concentración tras las elecciones, o, si no, un pacto de investidura.

La mayoría ciudadana de Cataluña ha dejado de ser silenciosa. RTVE
La mayoría ciudadana de Cataluña ha dejado de ser silenciosa. RTVE

Las fórmulas a adoptar se verían en su momento. Pero ahora mismo una cosa es evidente. Borrell –lo quiera él o no- ha vuelto. Ha emergido sin darse cuenta como líder por consenso popular tácito. Y parece, a pesar de sus años, contar con toda la energía y la visión para pilotar en Cataluña una situación como la que vivimos. Y en su caso, la experiencia y el prestigio internacional son un valor añadido.

LEALTAD Y VICTORIA

Borrell viene, además, de la lealtad y de la victoria. Su alineamiento con el defenestrado secretario general del PSOE Pedro Sánchez, y su condena de los barones golpistas que propiciaron la caída del líder socialista y, con su torpeza, el renacimiento acrecentado de Sánchez, le confieren credibilidad y viento político en popa. De la misma manera, estos meses Borrell ha estado denunciando todo el tiempo el golpismo de Puigdemont y los suyos y alrededor de él se han cementado las fuerzas populares renacidas que han conseguido despertar Puigdemont, con su torpeza y, sobre todo, esa admirable Societat Civil Catalana, heroica y tenaz, que merece el reconocimiento de todos.

Josep Borrell dijo dos palabras clave en su discurso de ayer en Barcelona: RESPETO y AFECTO. La fórmula para el futuro de Cataluña, él lo ha dicho es «recuperar el respeto y restaurar los afectos». No cabe definir de manera más sencilla y certera la enfermedad y su tratamiento. Puede ser la base de un espléndido programa de gobierno. De un gobierno donde quepan, o al que apoyen, todos los constitucionalistas. No es ninguna quimera. Esta solución ya se ensayó en Euskadi en 2009, cuando el PP tuvo la enorme visión y generosidad de apoyar al PSE, que fue la segunda fuerza más votada después del PNV, lo que permitió a Patxi López gobernar. Y fíjense los lectores los buenos frutos y la estabilidad que eso dio después a ese territorio tras la temeraria aventura del plan Ibarretxe. Las analogías con lo que puede y debe aplicarse a Cataluña son evidentes. De ello depende su futuro y el nuestro.

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