viernes, 17 enero, 2025
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Alerta máxima ante la posible reaparición de Puigdemont en Barcelona

Se ha reforzado la vigilancia en fronteras, puertos y aeropuertos y el CNI y otros servicios de inteligencia siguen los pasos del expresident

Si Carles Puigdemont consigue burlar por cuarta vez a las fuerzas de seguridad y a los servicios de información nacionales, y reaparece en el Parlament para la investidura, el Estado español habrá consumado, por cuadruplicado, el mayor de los fracasos. Un hecho así situaría el asunto al nivel del inspector Clouseau, representaría la culminación de un ridículo a escala mundial y motivaría la dimisión inmediata, cuando menos, de toda la cúpula de Interior.

Ahora mismo el temor del Gobierno y, particularmente, del Ministerio del Interior, es que Puigdemont consiga burlar por cuarta vez a los servicios de inteligencia y a las fuerzas de seguridad del Estado, tan pésimamente comandadas por la actual cúpula del citado departamento, y reaparezca por sorpresa, en una escena digna del Gran Houdini, en el Parlament para su investidura. De que cabe la posibilidad de que sea así no hay dudas. Ya ha demostrado el expresident su capacidad para el engaño y el ilusionismo barato. Las órdenes que se han transmitido a todas las unidades y fuerzas concernidas, según fuentes fidedignas consultadas por este periódico, es evitar que eso ocurra y detener de manera fulminante a Puigdemont en cuanto aparezca en nuestras fronteras o pise un aeropuerto español. Lo que ocurre es que no es tan fácil ni él es tan tonto como para intentarlo de un modo tan burdo.


De un maestro de la trampa y el escapismo se puede esperar cualquier cosa.


El Estado se siente ultrajado, y muy enfadado, por los tres engaños anteriores que, contra todo pronóstico y contra los propios anuncios públicos del Gobierno de Rajoy, consumó Puigdemont de manera, hay que reconocerlo, magistral.

LOS TRES ENGAÑOS PREVIOS

El primero fue la adquisición, ocultación y distribución de millares de urnas alternativas y de millones de papeletas a los dos mil colegios electorales que consiguió abrir el expresident, dando esquinazo a un Ministerio del Interior y a un Gobierno de España que habían asegurado, por activa y por pasiva, que había incautado todas las urnas y papeletas y que el referendum no se iba a celebrar.

El segundo fue la estratagema de cambiar de coche bajo un puente para poder votar y obtener la imagen mediática de que el referendum ilegal se celebraba con normalidad, pese a la orden dada por el Gobierno de evitar a toda costa que Puigdemont y Junqueras votasen.

El tercero fue la huida a Bruselas vía Marsella, que sorprendió a todos y al Gobierno el primero.

Con estos antecedentes –y por citar solo tres de las trampas que ha urdido o protagonizado Puigdemont desde que asumió la presidencia de la Generalitat- y conociendo la singularidad del personaje, cualquier cosa es posible en estos momentos.

La vigilancia se ha reforzado en la frontera con Francia. En la imagen, un operativo anterior de la Guardia Civil. RTVE
La vigilancia se ha reforzado en la frontera con Francia. En la imagen, un operativo anterior de la Guardia Civil. RTVE

Estos fracasos previos de los servicios de información españoles, tanto de los de la Policía Nacional y la Guardia Civil, como del CNI, que son consecuencia de la nefasta gestión que en este, como en tantos otros asuntos, está llevando a cabo la actual cúpula de Interior con Zoido al frente, condicionan un panorama informativo sin precedentes en nuestro país. Todos los medios de España y muchos internacionales estamos sospechando que Puigdemont pueda reaparecer gloriosamente el martes 30 de enero, día fijado para la investidura, una vez que el presidente del Parlament le ha propuesto a él como nuevo president de la Generalitat.

GRAN OPERATIVO POLICIAL Y DE INTELIGENCIA

Por el momento, según fuentes fidedignas consultadas por este periódico, se han reforzado las fronteras españolas, particularmente las de Francia y Andorra, con cientos de agentes de los diferentes cuerpos de seguridad. Igualmente, se ha reforzado la vigilancia en toda Barcelona y, especialmente, en las zonas donde se ubican las instituciones autonómicas y el Parlament. Al mismo tiempo, agentes de información, incluidos los del CNI, siguen los pasos de Puigdemont por Europa, para conocer en todo momento su paradero y evitar cualquier posible jugarreta. Asimismo, los servicios de seguridad de todos aeropuertos del país están bajo aviso, para que se proceda a su inmediata detención en cuanto pise suelo español.

Pero no es tan fácil, ni Puigdemont va a ser tan necio de intentarlo, si lo intenta –posibilidad que todo el mundo contempla como factible- de esa forma. Hay otras maneras de llegar a suelo español sin pasar por ningún control. Una fuente consultada por nuestro periódico recuerda que los etarras que asesinaron a Carrero Blanco huyeron del país por la frontera de Caya, cuando el operativo de control se había concentrado en la frontera con Francia. Por otro lado, es posible la entrada del huido en un vuelo privado por cualquiera de los diversos aeródromos deportivos de Cataluña. Incluso se considera posible la llegada del político por vía marítima, en una pequeña embarcación de propiedad particular.

Todas estas posibilidades y algunas más se están barajando por parte de quienes tienen la misión de interceptar y detener al fugado en el caso de que intente protagonizar el show de una reaparición tan teatral como esa. Hasta tal punto se han extremado esta vez las precauciones, que, según nuestras fuentes, al parecer el Estado incluso ha contratado seguridad privada en Europa, para reforzar la vigilancia y hacer el seguimiento del prófugo con agentes nativos.

Otro ridículo como los anteriores y el ministro Zoido tendría que dimitir. RTVE
Otro ridículo como los anteriores y el ministro Zoido tendría que dimitir. RTVE

Sea como fuere, y ante la posibilidad cierta de un nuevo show de Puigdemont –que ha demostrado ya ser un maestro en materia de impostura-, los medios están sobre aviso de una posible exclusiva de repercusión mundial, mientras a la cúpula de Interior y al Gobierno no se les arrima la camisa al cuerpo. Si eso llegase a suceder, España habría vuelto a hacer, por culpa de sus ineptos dirigentes, un ridículo de dimensiones planetarias.

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