domingo, 28 abril, 2024
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Cinco siglos de la llegada a México de “los doce apóstoles” españoles

Los doce frailes franciscanos que en 1524 llegaron a aquellas tierras realizaron allí una labor excepcional

En junio próximo se cumple el quinto centenario de la llegada a la ciudad de México, en 1524, de una curiosa misión. Doce frailes franciscanos españoles -diez presbíteros y dos legos- habían partido desde su convento de Belvís de Monroy (Cáceres) un año antes, rumbo al Nuevo Mundo, para contribuir a su evangelización. Su acción sigue siendo ejemplo de humildad, humanidad, defensa de los nativos y respeto de su cultura y lenguas.

Manuel Pecellín Lancharro
Manuel Pecellín Lancharro

Badajoz, Extremadura.-

En junio próximo se cumple el V Centenario de la llegada a la ciudad de México de una curiosa misión. Doce frailes franciscanos -diez presbíteros y dos legos- habían partido desde su convento de Belvís de Monroy (Cáceres) un año antes, rumbo al Nuevo Mundo, para contribuir a su evangelización. El propio Hernán Cortés había demandado a Carlos V en una de sus “cartas de relación” que se enviasen desde España buenos religiosos, personas que eludiesen “los vicios y profanidades que ahora en nuestros tiempos en esos Reinos usan”.


Protestaron contra la esclavitud de los indios, contraria a las leyes españolas.


Aquellos hijos de la descalcez franciscana cumplirían sobradamente. Para asombro de los propios indígenas, e incluso de los conquistadores hispanos, caminaban a pie, vestidos de hábitos humildes; comían con máxima austeridad; rechazaban los bienes materiales y su único afán era difundir el evangelio.


Fundaron poblaciones, conventos y escuelas, y se ocuparon de la cultura local.


Rápidamente se pusieron a fundar poblaciones, conventos y escuelas. Mostraban atención hacia los usos y costumbres de los naturales y se esforzaron por aprender y traducir en sus lenguas los libros imprescindibles para catequesis y liturgias. Más aún, protestaban contra la esclavitud de los indios (contraria a las leyes españolas) y las sevicias con que a menudo los explotaban los encomenderos.

Azulejo en las afueras del convento de San Francisco del Berrocal.
Azulejo en las afueras del convento de San Francisco del Berrocal.

Vale la pena recordar los nombres: Francisco de Soto, Martín de Jesús, Juan Juárez, Antonio de Ciudad Rodrigo, García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Jiménez, Toribio de Benavente, Andrés de Córdoba, Juan de Palos y Martín de Valencia. Aunque este último (natural acaso de la Valencia de Alcántara extremeña), iba al frente, el más conocido llegaría a ser Toribio de Benavente. Ha pasado a la historia como Motolinía, en náthual “pobre”, “afligido”, término con que lo designaban los aborígenes, tan extremoso era el buen fraile en su fidelidad a san Francisco. En un azulejo ubicado a las afueras del convento de San Francisco del Berrocal, de Belvís de Monroy, y en un mural del siglo XVI que se encuentra en la sala capitular del convento franciscano de Huejotzingo, Puebla, (México) y que aquel reproduce, están plasmados “los doce apóstoles” franciscanos.

(Manuel Pecellín Lancharro, licenciado en Teología y en Filosofía, catedrático de Enseñanza Media, Medalla de Extremadura, Académico de la Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras, es escritor y ensayista, con una copiosa y valiosa obra publicada).

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