jueves, 25 abril, 2024
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“Gais votan gay”

La última chorrada de Ana Rosa Quintana, esa lumbrera de la tertulia política

El Programa de Ana Rosa podía estar “muy bien” cuando solo se dedicaba a lo suyo, es decir, a los asuntos del “corazón”, a las trivialidades y frivolidades de ese tipo de gente y tal. Lo terrible para la información y para el equilibrio psíquico de los espectadores empezó cuando ella se compró esas gafas-disfraz de intelectual y quiso convertir su inane tertulia en un debate político.

Que comentaristas políticos con un mínimo de dedos de frente y que programas de (presunto) debate político hayan pasado a estar en manos de lumbreras del periodismo como Ana Rosa Quintana, da una idea del nivel al que ha llegado el intercambio de pareceres y el análisis de la cosa pública en España. Ver, aunque sea un solo minuto, a Ana Rosa, pontificando sobre esto o aquello con su monumental ignorancia, es uno de los ejercicios de tortura psicológica más duros que existen. Ni el suplicio del aroma de sándalo puede comparársele. Ana Rosa mete la pata a cada instante, dice cosas que no se sostienen sobre cualquier asunto serio sobre el que pretenda hablar, pontifica sobre la física cuántica o sobre la teoría del tiempo sin el menor pudor y, en vez de moderar un programa de tertulia política se erige en la rotenmeyer de sus tertulianos, a los que impone sus no solicitadas opiniones, casi siempre erradas o intrascendentes.


¡Qué nos importa a nadie que Ada Colau sea bisexual y haya tenido novias!


Lo último ha sido de traca. Estaba el otro día entrevistando a Jorge Javier Vázquez sobre diferentes cuestiones, entre ellas, la catalana, pronosticando quién votaría a quién en Cataluña, cuando, al referirse al candidato socialista Miquel Iceta, dijo que las posibilidades electorales de este estaban subiendo mucho, porque, entre otras cosas, dijo textualmente, “como no puede ser de otro modo, los gais de Cataluña le votarán”.

Ahí estuvo corto Jorge Javier. Porque la respuesta, sensu contrario, era evidente: “Entonces el que ganará será Albiol, porque, dado lo machote que es y los dos metros de estatura que gasta, le van a votar todos los heteros catalanes, que son más”.

O sea, para Ana Rosa, los gais de Cataluña no tienen ideología y, a la hora de votar, solo miran que el candidato sea, o no, gay. En manos como esta está buena parte de la información y de la opinión televisiva española.

Pero no es la única. También Jorge Javier se mete en esos jardines híbridos de pretendida altura política cuando en realidad son corazón partío. Por ejemplo, su grandiosa entrevista a Ada Colau, mezclando municipalismo con bisexualidad, logrando la “exclusiva” de que la alcaldesa de Barcelona confesase que había tenido novias, y que lo decía en público porque eso es muy normal y algo que no hay que ocultar. También es muy normal defecar una vez al día y, sin embargo, no vas a ir diciendo en una televisión “esta mañana hice de vientre a las 9,35”, por ejemplo.

Entre la falta de pudor de algunas (y algunos), la ignorancia de otras (y otros) y la osadía de la mayoría (y mayorío), la información televisiva en este país está a la altura de ahí. Precisamente.

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