martes, 19 marzo, 2024
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COVID-19, el “cisne negro” de nuestro tiempo

La pandemia traza un antes y un después en el devenir del mundo

La pandemia que estamos sufriendo a nivel mundial va a suponer un gran punto de inflexión. La COVID-19 es el último “cisne negro”. La teoría del Cisne Negro hace alusión a la aparición de sucesos inesperados y sorpresivos, lo cual provoca que su impacto sea mayor. Hace referencia a un acontecimiento que nadie esperaba, pero que ocurre. Por eso, el surgimiento de un “cisne negro” se traduce en una situación de alta magnitud y numerosas consecuencias. Los “cisnes negros” personifican un trazo en la historia capaz de señalar un antes y un después.

Claudia Casco García
Claudia Casco García

La caída del muro de Berlín, los teléfonos inteligentes o el atentado de las Torres Gemelas han sido claros ejemplos de cambio y han supuesto una permuta paradigmática radical. Lo mismo va a suceder con el nuevo reto al que nos estamos enfrentando hoy. ¿Qué transformaciones se están incubando? ¿Qué cambios van a sucederse una vez superado el COVID-19?

EN PRIMER LUGAR, SE MODIFICARÁ EL SISTEMA SANITARIO Y DE PROTECCIÓN A LA SALUD

El hecho de que muchas personas estén muriendo por la falta de recursos y se esté literalmente decidiendo “quién vive y quién muere”, está teniendo una repercusión muy importante en la sociedad. Nos estamos concienciando de la importancia, del valor que posee la sanidad pública y, sobre todo, de cuánto tenemos que protegerla, cuidarla y enriquecerla.


Todos los mundos que conforman nuestra vida están a punto de cambiar.


Probablemente, todo esto haga que la sociedad exija a las autoridades mayores inversiones en sanidad pública, cambios de protocolos y una progresiva modernización en los sistemas tecnológicos de control sobre los pacientes. La manera que hemos adoptado para demostrar el valor que en estos momentos le estamos otorgando a la sanidad pública es aplaudiendo desde las puertas, los balcones y las ventanas, para honrar a todo el personal que se expone cada día para que nosotros podamos sobrevivir.

Ahora tengo la esperanza de que los países, pero sobre todos nuestros gobiernos, valoren tanto como nosotros la sanidad pública, destinando una mayor parte de los presupuestos en inversión I+D+i.

Si hay algo que está crisis nos está demostrando es que “sin salud no hay nada”. No hay educación, no hay economía, no hay bienestar, no hay progreso; creo que es algo que todos deberíamos interiorizar.

El COVID-19, al igual que sucedió con la gripe A o la gripe aviar, se convertirá en una enfermedad endémica más y no supondrá un gran problema descontrolado. El virus es lo que menos debería preocuparnos una vez superada la pandemia. En este momento, se me plantean diversas cuestiones: ¿Qué sucederá en las próximas elecciones? ¿La irrupción de este virus será un factor a tener en cuenta? ¿El COVID-19 apelará a la sensibilidad de los votantes? ¿Un número mayor de votos irán dirigidos a aquellos partidos políticos con programas electorales que abogan -más que el resto- por la sanidad pública?

EN SEGUNDO LUGAR, OTRO CAMPO QUE SE VERÁ AFECTADO ES EL DE LA COMUNICACIÓN

Los medios de comunicación han provocado una psicosis generalizada altamente perjudicial. La multitud de fake news que nos está bombardeando solo provoca desinformación y caos.


Nos estamos concienciando de la importancia de la sanidad pública y de cuánto tenemos que protegerla, cuidarla y enriquecerla.


Los medios de comunicación, en épocas de desconcierto, dramatizan la situación y llegan a gobernar los sentimientos de los individuos, instaurándoles un estado de ánimo colectivo de pánico y una desesperanza insoportable. Claro que la pandemia del COVID-19 es un problema real, pero no podemos acrecentar el problema manipulando las emociones de las personas.

EN TERCER LUGAR, LA ECONOMÍA Y LA PRODUCTIVIDAD EXPERIMENTARÁN UN CAMBIO RADICAL

Actualmente, no hay servicios y, por consiguiente, no hay consumo. La crisis que se está generando va a ser descomunal, lo cual tendrá graves consecuencias sociales.

El valor de las empresas está desplomándose precipitadamente, al igual que sus acciones en Bolsa. Los Bancos Centrales deben estar a la altura.

Debemos procurar que las consecuencias sociales sean lo menos devastadoras posible. La sociedad mundial necesita que los esfuerzos sean mayúsculos.

Si pudiésemos sacar algo positivo de este aspecto sería que, las circunstancias a las que la situación nos está enfrentando, nos está llevando a un incremento de esfuerzos y a la urgencia de encontrar nuevas formas de trabajo. La COVID-19 está provocando un desarrollo forzoso de nuestra creatividad -tenemos que sobrevivir a esta situación-. Una vez más, el ser humano está demostrando su elevada capacidad de adaptación ante las adversidades. Volvemos a demostrar nuevamente que nada puede con nosotros. Intentemos sacar algo positivo de la COVID-19. Nos está mostrando las carencias que poseemos y que debemos corregir.


Son normalmente las clases más altas las que promulgan el “sálvese quien pueda”, conscientes de que ellas formarán parte de los “salvados”.


No quiero sonar a ilusa. La situación es crítica y, a juicio de muchos, la emergencia del virus va a suponer una catástrofe mayor, que va a ir a peor a medida que se vaya extendiendo.

Los autónomos y las pequeñas empresas están sufriendo considerablemente esta crisis -unos más que otros-. También hay trabajadores de grandes multinacionales a los que les han arrebatado sus empleos. La situación es agobiante y para muchos se está haciendo insoportable.

No podemos prestar atención a los mensajes de aquellos egoístas que poseen más recursos. Son normalmente las clases más altas las que promulgan el “sálvese quien pueda”, conscientes de que ellos formarán parte de los “salvados”. Esto es un problema de todos. Debemos protegernos y ahora, más que nunca, debemos defender la igualdad real entre los ciudadanos.

Tengamos presente que cuando llegue la hora de prestar toda nuestra atención a la recuperación económica, no recaigamos en los errores de siempre.

Quizás debamos mirar dicha cuestión desde una perspectiva diferente, poniendo el énfasis en cuestiones como la ética, la moral o la equidad, y dejando en un segundo plano los criterios de rentabilidad y crecimiento a toda costa.

No podemos permitir que el sistema caiga en un período caracterizado por determinantes como la precariedad laboral, la economía sumergida o las nuevas formas de estratificación.

EN CUARTO LUGAR, HABRÁ UN CAMBIO EN EL FORMA DE ENTENDER LAS RELACIONES HUMANAS

Durante el período de cuarentena, los dispositivos electrónicos se han convertido en nuestro mayor aliado. Si en pleno 2019 considerábamos que constituíamos la sociedad virtual y telemática, ¿qué somos ahora?

La sociedad virtual era un hecho y, en estos momentos, la intervención diaria y constante en este mundo es prácticamente ineludible. Muchos apuntan a que es bastante probable que, una vez superado este período, nuestra sociedad, de manera repentina, se convierta en una sociedad completamente digitalizada, pues actuamos más rápidamente cuando experimentamos una hecatombe que cuando nos advierten acerca de la irrupción de un posible profundo peligro o cataclismo.


¿Qué sucederá cuando finalice el período de cuarentena? ¿El miedo al contagio desaparecerá? ¿Las relaciones volverán a ser lo que eran?


Todas aquellas actividades que solíamos disfrutar en compañía están pasando por un curioso proceso de “virtualización”, lo cual está innovando, sobre todo, la industria informática y reinventando la de ocio por completo. Parece inevitable el surgimiento de un nuevo modelo de organización social.

Por otra parte, ¿Qué sucederá cuando finalice el período de cuarentena? ¿El miedo al contagio desaparecerá? ¿Las relaciones volverán a ser lo que eran?

Según estudios psicológicos, la fase más peligrosa para los individuos está por llegar. Esta es la fase final. Hago referencia al momento en el que se pueda salir de casa. Los profesionales afirman que, entonces, persistirá el miedo, pero también la desconfianza a entrar en contacto físico y a la presencia en aglomeraciones -si lo analizamos detenidamente, toda nuestra vida se desarrolla entre grupos de personas, el ser humano es un animal gregario-. En algunos casos, la histeria y el carácter reticente se personificarán en el individuo.

Quédate en casaEl cambio en el sistema de valores, actitudes y principios por el que nos regimos, será real. ¿Hasta dónde nos van a llegar estos cambios?

Otro punto que me gustaría plantear es el de la repercusión que tendrá esta pandemia dentro del sistema educativo. Todo apunta a que el mundo, tras este “cisne negro”, va a cambiar de manera radical. ¿Para qué mundo nos preparará, pues, nuestro sistema educativo? ¿Se habrá planteado el ministro de Educación dicha cuestión? ¿Continuaremos con un sistema educativo que en el siglo XXI ya estaba calcinado? La incertidumbre es inquietante.

Esta crisis no dejará indiferente al ámbito de la filosofía, sin duda brotarán muchas cuestiones dentro de este marco.

Puede que, este punto de inflexión y los esfuerzo de todos por paliar las consecuencias, nos haga más humanos, más comprensivos y más solidarios con el resto. Al fin y al cabo, y por primera vez en mucho tiempo, esta es una lucha donde todos estamos en el mismo bando. Puede que incluso consiga reducir el nivel de individualismo que hemos adquirido en los últimos años. Puede que el abandono social que ejecutamos de manera casi innata se reduzca. Puede que emerjan nuevas tendencias hacia conductas altruistas y prosociales.

Quizás esto nos haga reflexionar y nos lleve a un autointerrogatorio capaz de quitar muchas de las vendas que tenemos pegadas a los ojos.

(Claudia Casco García es estudiante de Dirección y Administración de Empresas en el CUNEF y autora del libro LIDERA, HAZ REALIDAD TU SUEÑO).

SOBRE LA AUTORA

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