sábado, 27 abril, 2024
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Vida entre la muerte

El simbólico cartel de “se busca” un lorito perdido entre las esquelas del día, o la importancia de vivir sin perder un minuto

Esta es una historia sin importancia, salvo para quienes han perdido a los familiares que figuran en las esquelas de las imágenes y salvo para quien ha perdido a su lorito. En Euskadi es muy común colocar las esquelas de los fallecidos del día en determinados puntos de la vía pública de sus ciudades. En este caso, en Portugalete (Bizkaia), junto a las esquelas, ha aparecido este cartel de “se busca” un lorito perdido. Todo un símbolo de la fugacidad de la existencia.

Portugalete.-

Los viandantes no pueden resistir la tentación de detenerse a mirar las esquelas del día. Las funerarias las pegan en determinados lugares de la vía pública en las ciudades del País Vasco. Es una antigua costumbre muy arraigada, que no se da en otras regiones de España. Uno de estos puntos, en Portugalete, es la esquina de Carlos VII con General Castaños. Ahí, como en tantos lugares de la comunidad autónoma, los vecinos, sobre todo los más mayores, se detienen a mirar las esquelas. Si el muerto es un conocido, se conduelen. Si no, analizan los detalles, el sexo y la edad del fallecido. Si es alguien más joven, se sorprenden y elucubran sobre las causas del óbito. Si el muerto tiene tu edad, un escalofrío se apodera de ti. Si es más mayor, o mucho más mayor, suspiras de alivio, calculando que, al menos, puedes llegar a esa meta.

Ante las esquelas de la vía pública se detienen hombres y mujeres sin distinción, y unos y otros comentan sobre la vida y la muerte, sobre la de los que ya no están, cuyos nombres aparecen adheridos a la fría pared del próximo olvido, y sobre la propia que siempre consideramos lejana y casi ajena, como si morirse fuese un asunto exclusivo de los demás.

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Normalmente las esquelas aparecen solas, sin otro tipo de cartel o reclamo próximo, sin nada que altere la severidad de esos anuncios de la muerte, como si los que se dedican a pintar fachadas y a ensuciar paredes conservasen todavía -ya que a los vivos, no- el mínimo respeto que se debe a los muertos. Pero, en este caso que comentamos hoy, en esta historia (aparentemente) intrascendente, y dado que son centenares, millares, las personas que se detienen a mirar las esquelas, a esa persona desconocida que perdió su lorito se le ocurrió pegar su aviso sobre todas ellas, en lo más alto, por ver si alguien de los que se paran a mirar los muertos ha visto a su pájaro vivo.

Es, como digo, una historia (aparentemente) banal, que encierra la muerte y la vida en dos metros cuadrados de pared urbana, que sobre la grisura aplastante del fallecimiento muestra la nota viva de color de un ave que se escapó de su jaula y se fue. Toda la vida y toda la muerte en ese pequeño espacio. Y ese escueto cartel con la imagen del lorito y el breve “se busca” -como si se tratase de un preso fugado-, junto a un número de teléfono, es la metáfora que delimita la frontera entre lo que es importante y lo que no lo es. Una invitación, en suma, a la vida, a no perder ni un minuto en lo que no merece la pena.

Eso sí, si alguien ve al lorito o lo captura, que llame a su dueño o dueña. Y a los demás deudos que nombra en silencio esa pared, nuestras condolencias más sentidas.

(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).

SOBRE EL AUTOR

José Mª Pagador y Rosa Puch, casi 100 años de periodismo

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