martes, 19 marzo, 2024
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Proteger el mar y sus especies: el ejemplo de Conil de la Frontera

La gobernanza pesquera es esencial para la preservación de las zonas pesqueras y el futuro de la actividad

La pesca es una actividad ancestral, desde que el hombre hace su aparición en la historia de nuestro planeta y busca cómo alimentarse. Junto a la caza, la pesca es una de las actividades humanas primitivas, anterior a la propia agricultura, teniendo su marco de desarrollo en los ríos y en las zonas costeras, a lo largo de las orillas de todos los continentes. Pronto se profesionalizaría esta actividad en la historia, abarcando todas las aguas oceánicas, hasta las más remotas y hasta el último rincón del litoral marino. Hoy, con el cambio climático, las agresiones del hombre contra la naturaleza, la sobreexplotación de los mares y los océanos, y el peligro que corren las zonas pesqueras, es imprescindible encarar estos problemas desde la mayor sensibilidad ciudadana, política y económica, y aplicar una gobernanza acorde con las necesidades del sector y con las exigencias de futuro de una actividad esencial para la humanidad.

Nicolás Fernández Muñoz
Nicolás Fernández Muñoz

Conil de la Frontera, Cádiz.-

Todo ha evolucionado de una manera realmente increíble y estrepitosa en el mundo, especialmente entre el último cuarto del siglo XX y este primero del XXI, y la pesca no iba a ser menos. Pero debo destacar que, con grandes diferencias, tantas que podríamos decir que, intencionadamente o no, la pesca profesional y de buenas prácticas, ha venido siendo relegada y arrinconada, ocupando espacio en este bien público que es la mar otros intereses que nada tienen que ver con una coherencia por el mantenimiento de nuestros recursos y la alimentación de la población como primer objetivo.


Aquella acción de los pescadores de Conil dio la voz de alarma e hizo una llamada de atención a las administraciones, iniciativa que sería crucial para la protección de nuestro medio marino.


Son más bien intereses económicos espurios, los que hoy gobiernan nuestros océanos, pero poniendo especial énfasis en culpar al sector pesquero profesional de todos los males que acontecen en este medio marino, que supone el 67% del espacio del planeta.

Permítanme los lectores y lectoras hablarles hoy de una muestra clara de la intencionalidad y del buen hacer, y de la multitud de dificultades que se atraviesa el sector pesquero, desde un rincón costero próximo al Estrecho de Gibraltar, cuando el único objetivo es mantener una actividad de futuro y dignificar la profesión de pescador/a.

Puerto de Conil
Puerto de Conil

REGLAMENTO DE LA JÁBEGA Y BUENAS PRÁCTICAS

Me voy a retrotraer a hace algo más de un siglo -1919- cuando un sector pesquero puramente artesanal en las costas gaditanas, concretamente en Conil de la Frontera, organizado y bien estructurado, para evitar los conflictos en el ejercicio de una pesquería y ordenar la actividad creó el Reglamento de la Pesca de la Jábega, siendo tan bien trabajado y estructurado que el propio Gobierno lo hizo suyo, publicándolo en el Boletín correspondiente para su oficialización y posteriormente, hasta el punto de que incluso fue publicado en el Diccionario de la Pesca de España de 1923.


Intereses económicos espurios gobiernan nuestros océanos, pero se pone el énfasis en culpar al sector pesquero profesional de todos los males que acontecen en el medio marino.


Muestra esto que el sector pesquero artesanal que nuestros abuelos y bisabuelos, entre ellos los míos, crearon con sus buenas prácticas, se convirtió en ejemplar, tal como podemos observar en las actas que conservamos, pero, sobre todo, en la educación en la que nos forjaron a sus descendientes, para asegurar la pesca en nuestras costas hasta, al menos, el día de hoy.

Pero déjenme situarme en mi experiencia, vivida en directo con este sector desde 1987, cuando un grupo de gente joven de la mar, con el apoyo de la experiencia de algunos mayores, se hace cargo de la Cofradía de Pescadores de Conil, lanzándose a la aventura de proteger un recurso que estaba siendo amenazado sin que nadie hiciera nada; cuestión no baladí, porque desde la II República nadie había reparado en nuestros pescadores y familias de la mar de Conil. Tanto es así que hasta 1981 no se inició el puerto de refugio que trasladó a nuestro sector desde nuestra playas conileñas hasta el abrigo de Cabo Roche en 1983.

Antes de aquellos años, (1969) teníamos ya instalados los cables submarinos de telefonía que unen el continente europeo con Canarias, América y el Reino Unido, siendo Conil un punto clave en el mismo, señalándose la zona de paso y protección, libre de fondeo y pesca de arrastre, sin que dicha medida, a pesar de estar establecida en las cartas náuticas, haya sido cumplida hasta nuestros días, con el silencio y dejación de funciones de los distintos gobiernos a lo largo de los años y hasta la fecha.

Es justo a principios de los ochenta, cuando se intensificó una pesca de arrastre multiespecífico, sin compasión, que liquidó por completo la existencia de especies de moluscos autóctonos, tan importantes como la vieira y la zamburiña (existentes en nuestras costas desde la antigüedad, tal como atestiguan los fósiles de los acantilados de las calas de Roche, muestra “paleográfica” de las especies de nuestras costas cuando estos se formaron en el Cuaternario.

Por aquellos años era común ver cómo se arrastraba sin contemplación cerca de la costa, incluso a escasos doscientos metros, enervando los ánimos de los pescadores y ciudadanos locales que veían el abuso.

Siembra de arrecifes artificiales por los pescadores de Conil en los años 80, para proteger el medio marino
Siembra de arrecifes artificiales por los pescadores de Conil en los años 80, para proteger el medio marino.

CAMPAÑA DE PROTECCIÓN

Esos hechos, entre otros, propician que el sector pesquero pusiera en marcha una campaña de protección del medio, en dos direcciones: de una parte, para evitar que el arrastre siguiera haciendo sus desmanes, y, de otra, adoptando medidas de autocontrol, para mejorar la pesca con normas propias de selectividad en el enmalle, mejora de la luz de mallas, aumento del tamaño de los anzuelos, y el establecimiento de tallas mínimas para comercializar algunas especies, o el establecimiento de vedas.


Desde la II República nadie había reparado en nuestros pescadores y familias de la mar de Conil.


Pero, vayamos por parte: abordamos la lucha por evitar las malas prácticas del arrastre, no porque considerásemos que el arte de arrastre en sí sea malo. Como cualquier otro sistema de pesca, son las malas prácticas las que hacen una arte dañino para el medio, pudiendo ser muy catastróficas también las artes menores que no son bien utilizadas. Por ello, el domingo, que era el único día de descanso por aquellos tiempos desde 1984, fue utilizado por los pescadores para levantarse de madrugada, y utilizando bidones en desuso de doscientos litros de aceite, encargar camiones de hormigón y gavillas de buen grosor con que llenarlos, para fabricar los más de dos mil quinientos “arrecifes caseros” fondeados en nuestras costas -después supimos que constituían y se denominaban “biotopos”- que, arrojándolos en determinadas zonas estratégicas de nuestro litoral, impedían que los barcos de arrastre pudiesen practicar allí su actividad destrozando zonas sensibles de cría y engorde de las especies autóctonas, y, con ello, frenar el desmán que propiciaba la masacre contra la pesca de pequeña escala, con la consiguiente desaparición de especies tan importantes para nuestro ecosistema marino.

LA HAZAÑA DE CONIL

Quisiera manifestar que fueron responsables de todas estas pérdidas en nuestro ecosistema no solo aquellos que, por mera ambición económica y sin escrúpulos, mataban todo ser marino que encontrase por delante, alterando y destruyendo sus hábitats, sino también las administraciones públicas que lo consintieron. Y podría decir que lo siguen consintiendo en determinadas zonas, donde se sigue arrastrando por algún que otro barco con artes de pesca no autorizadas, llamadas “tren de bolos”, porque pasan por encima de las rocas aniquilando cuanto existe, y pueden verlo en la huella pesquera que es de todos conocida en los últimos tiempos. Son pocos, pero siguen haciendo un daño irreparable.

Atunes en la almadraba de Conil de la Frontera. CIT CONIL
Atunes en la almadraba de Conil de la Frontera. CIT CONIL

Aquella acción de los pescadores locales de la costa gaditana y concretamente de Conil, dio la voz de alarma e hizo una llamada de atención a las administraciones, que luego tomaron medidas, de modo que en 1990 quedó instalado el primer núcleo de arrecifes artificiales de Andalucía, con bloques disuasorios de hormigón de unos cinco mil kilos, para proteger determinadas zonas contra el arrastre indiscriminado. A ésta siguieron otras actuaciones necesarias, como el fondeo de nuevos módulos, no solo como elementos disuasorios, sino también reproductivos, para mejorar las zonas de cría de las especies. A todo ello hay que unir la concienciación de la ciudadanía conileña, que mostró en todo momento su apoyo social y económico para aquella gesta de los arrecifes caseros que se hicieron en la localidad.

Tal como enunciaba anteriormente, los pescadores no solo se conformaron con esta complicada hazaña de autoproteger un bien público en el que les iba el sustento de sus vidas y sus familias, sino que emprendieron una serie de medidas de autocontrol que reforzasen no solo una lucha externa, sino también interna, para mejorar la riqueza de un territorio que sin lugar a dudas, había sido el fruto de vida de nuestras familias desde tiempo inmemorial. Pero este será el asunto a abordar en un próximo trabajo sobre ejemplos de gobernanza en un territorio pesquero.

(Nicolás Fernández Muñoz es un experto en asuntos marinos y pesqueros de proyección internacional, profesor, articulista, Secretario de la Cofradía de Pescadores de Conil y de la Federación de Cofradías de Pescadores de Cádiz, y Presidente de la Red Iberoamericana de Pesca Artesanal de Pequeña Escala).

SOBRE EL AUTOR

Nicolás Fernández Muñoz, una autoridad internacional en asuntos de la pesca y la mar, nuevo colaborador de PROPRONews

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