lunes, 29 abril, 2024
spot_img
InicioCreativitasLa “herida sangrante” de la “raya” luso-española

La “herida sangrante” de la “raya” luso-española

Una visión desde la literatura testimonial

La belleza de la zona fronteriza luso-española es extraordinaria. Su patrimonio natural sorprende por la variedad y riqueza geomorfológica, botánica, faunística, agro-ganadera… Su patrimonio artístico monumental es sobresaliente, especialmente en castillos medievales y fortificaciones abaluartadas de la Edad Moderna. Los pueblecitos serranos, las aldeas de las planicies, las ciudades con rico patrimonio eclesiástico y civil, son de un atractivo irresistible. La variedad culinaria, apegada a la gastronomía de subsistencia, no tiene rival… Pero tras ello, en unas tierras castigadas por la falta de recursos para la inmensa mayoría de su población, que ha sufrido la sangría de guerras sucesivas, el expolio de sus recursos y la hemorragia de una emigración permanente hacia lugares de mayor porvenir, persiste una “herida sangrante”, que aparece de forma clara, contundente en sus escritores más concienciados y consecuentes.

Moisés Cayetano Rosado
Moisés Cayetano Rosado

Así, cuando se lee Planicie heróica de Manuel Ribeiro -un escritor nacido en Beja, en 1878-, comprendemos aún más que la dureza de la vida campesina, que corría la misma suerte a un lado y otro de la frontera hispano-portuguesa, donde una población abrumadora de jornaleros del campo vivían bajo la tiranía de unos pocos. El “hambre de tierras” se había acentuado tras las desamortizaciones liberales de mediados del siglo XIX, que sometieron tierras eclesiásticas y comunales a subasta pública, siendo compradas por la burguesía ascendente de la época, emparentada en buena parte con los terratenientes que ya desde la Reconquista medieval formaron inmensos señoríos.

A planicie heróica“A todos ruía -señala Manuel Ribeiro- uma ambição: ter. Ter terra, uma morada de casas, carro e parelha de bestas. Mas, por desgraça, a terra estava ainda em regime latifundiário. Alguns lordes dominicais, que ninguém conhecia, que nunca ninguém vira, senhoreavam as mayores herdades da redondeza, todas grandes como condados, e estendia o temor da sua soberania absoluta por tudo quanto a vista abarcava, léguas e léguas cuadradas de montado e lavra. Ninguém se insurgia. Tudo achava legítima a posse: cada um é señor daquilo que é seu. Mas roía-os o desespero desta sina maldita que lhes fechavam a eles e a seus filos, como fechara já a seus pais, a posse daquela terra que eles tinham criado e feito com tanto esforço e amor, a terra que era o seu sangue e vida, e que um qualquer que a não conhecia nem andava nela, podia orgullosamente dizer: É minha! – e deitá-los para fora dela, quando muito bem quisesse”.

Coetáneo de este autor, al otro lado de la “raya”, es Felipe Trigo, nacido en Villanueva de la Serena (Badajoz) en 1865. La carga social y crítica de todas sus novelas es notable, dirigida contra un sistema socio-económico injusto, que mantiene en la miseria a una inmensa mayoría.

“¡Pobre Patria -escribe en su novela Jarrapellejos–, tanto más digna de cariño cuanto más decaída a la presente condición por torpezas de sus hombres!… Leguas y leguas de rañas, de estériles jarales, que se pudieran roturar; tierras que debieran cambiarse de cultivo; latifundios a repartir entre los pobres; saltos de agua en futura industria utilizables, y puntos de la ribera de más sencilla acometida para el riego de los campos…”

JarrapellejosREFORMA AGRARIA

Y ese secular “hambre de tierras” será condicionante de la vida política y social en todo el suroeste peninsular. Así, cuando las circunstancias políticas lo permitan, las masas campesinas tratarán de saciarla intentando remover las estructuras de propiedad, realizar la reforma agraria que les garantice el trabajo y el pan. La historiografía nos documenta con precisión los movimientos políticos, sindicales, colectivos en general que lucharon en cada momento por conseguirlo, pero nada más “plástico”, claro y contundente que la obra de nuestros escritores.

Gran caféPues ese otro año de 1933 -narra el cacereño Pedro de Lorenzo en su novela Gran Café–, que es al que me refiero, otra vez se fueron a las fincas. Y otra vez la Guardia Civil mandó desalojar las tierras ocupadas. Había terrenos que no se cultivaban desde mediado el siglo XIX. Fincas de pasto y encina. La más parcelada ese año fue Las Golondrinas, lindera a La Quintana. Las Golondrinas es una dehesa enorme. Se les aconsejó, al echarlos, que aguardasen la reforma agraria. Y lo que ellos decían:

“– Para entonces ya se ha pasado el tempero”.

Igual que en este caso de la II República española (1931-1933) ocurrirá con Portugal y su “Revolução dos Cravos” de 1974. Son muchos los escritores que lo recogen en sus obras, pero tal vez la más “universal” sea Levantado do Chão, de José Saramago, donde podemos leer:

Levantado do Chão“Estava o trigo na terra e não o ceifaram, não o deixam ceifar, searas abandonadas, e quando os homens vão pedir trabalho, Não há trabalho, que é isto, que libertação foi esta, então já se fala que vai acabar a guerra em África e não acaba esta do latifúndio. Tanto se apregoou de mudanças e de esperanças, saíram as tropas dos quartéis, coroaram-se os canhões de ramos de eucalipto e os cravos encarnados, diga vermelhos, minha senhora, diga vermelhos, que agora já se pode, andam aí a rádio e a televisão a pregar democracias e outras igualdades, e eu quero trabalhar e não tenho onde, quem me explica que revolução é esta”.

Hay un sentimiento en ambos autores de frustración clara por la falta de cumplimiento de promesas. Por los recortes a los sueños tan repetidos, sentidos, de la inmensa mayoría del pueblo. Por la dureza de una vida que no cambia…

LAS VÍCTIMAS

Así, no es extraño que surja de nuestros literatos un canto de dolor por las víctimas. Víctimas con nombre y apellidos en unos casos, como el que nos retrata el gran poeta José Carlos Ary dos Santos, referido a Catarina Eufémia, asesinada a quemarropa por un oficial de la Guardia Nacional Republicana en los tiempos de Salazar cuando se manifestaba en una protesta campesina.

Ary dos Santos“Trança de trigo roxo Catarina
morrendo alpendurada
do alto de uma foice.
Soror Saudade Viva assassinada
pelas balas do sol
na culatra da noite.
Meu amor. Minha espiga. Meu herói.
Meu homem. Meu rapaz. Minha mulher
de corpo inteiro como ninguém foi
de pedra e alma como ninguém quer”.

O víctimas colectivas, como los “los parados”, a los que canta el poeta extremeño Luis Álvarez Lencero con un dolorido desgarro, por su situación desesperada.

El yunque de un poeta“¿Qué piensan estos hombres
que nacieron esclavos?
La libertad se gana
cara a cara ante el látigo.
Pero están en la plaza
con ojos entornados
a vender los sudores
por jornales baratos”.

LA TIERRA

Hay, en todos estos autores “rayanos” un amor intenso por la tierra, por esta tierra parda, sedienta y desolada. Y así, la poetisa de Vila Viçosa Florbela Espanca le dedicó, entre otros tantos, este hermoso soneto:

Florbela Espanca“Horas mortas… Curvada aos pés do Monte
a planicie é um brasido… e, torturadas,
as árvores sangrentas, revoltadas,
gritam a Deus a bênção duma fonte!
E quando, manhã alta, o sol posponte
a oiro a giesta, a arder, pleas estradas,
esfíngicas, recortam desgreñadas
os trágicos perfis no horizonte!
Árvores! Corações, almas que choram,
almas iguais à minha, almas que imploram
en vão remédio para tanta mágoa!
Árvores! Não choreis! Olía e vêde:
– Também ando a gritar, morta de sede,
pedindo a Deus a minha gota de água!”

Musicado para cantarlo como un fado revulsivo, extraordinario, en la voz de Teresa Silva Carvalho, que “resucitó” para finales del siglo XX este soneto del primer tercio del siglo, tan vigente. En este lado extremeño, el poeta y cantautor Pablo Guerrero hará lo propio referido a Extremadura, componiendo sublimes versos en aquellos años inquietos de la “expectativa de cambios”, cuando en los últimos tiempos de la dictadura se imponía la protesta en el verso y la canción:

A cántaros“Extremadura,
soledad llena de encinas
sobre campos con veredas,
¿por qué se fueron los hombres
de tu tierra?
Extremadura,
tierra de conquistadores
que apenas te dieron nada.
¡Ay! mi Extremadura amarga.
¡Ay! mi Extremadura,
levántate y anda”.

Seguramente los “vientos literarios” ya no corran por estos derroteros. El testimonio de lo vivido, de lo padecido, nos va quedando “a un lado” en la literatura del momento. Pero ahí, cercanos, en nuestros escritores del siglo pasado, nos queda un legado para comprender la historia reciente, que sigue siendo la realidad para muchos.

VERSIÓN PORTUGUESA

A «FERIDA SANGRANTE» DA “RAYA LUSO-ESPANHOLA”

UMA VISÃO DA LITERATURA TESTEMUNHAL

A beleza da zona fronteiriça luso-espanhola é extraordinária. O seu património natural surpreende pela variedade e riqueza da geomorfologia, botânica, fauna, agro-pecuária… Destaca-se o seu monumental património artístico, sobretudo em castelos medievais e fortificações abaluartadas da Época Moderna. As aldeias serranas, as aldeias da planície, as cidades com um rico património eclesiástico e civil, são irresistivelmente atraentes. A variedade culinária, ligada à gastronomia de subsistência, não tem rival… Mas depois disso, em terras castigadas pela falta de recursos para a grande maioria da sua população, que tem sofrido a sangria de sucessivas guerras, a pilhagem dos seus recursos e a hemorragia da emigração permanente para locais de melhor futuro, resta uma «feridasangrante», que aparece de forma clara, contundente em seus escritores mais conscienciosos e consistentes.

Fome de terra.

Assim, ao lermos a Planície Heroica de Manuel Ribeiro -escritor nascido em Beja, em 1878-, compreendemos ainda mais que a dureza da vida camponesa, que teve o mesmo destino em ambos os lados da fronteira hispano-portuguesa, onde uma população avassaladora de trabalhadores rurais viviam sob a tirania de alguns. A «fome de terra» agravou-se depois dos confiscos liberais de meados do século XIX, que colocaram em hasta pública os terrenos eclesiásticos e comunais, sendo arrematados pela burguesia ascendente da época, em grande parte aparentada com os latifundiários que, desde a Idade Média reconquista formou imensos solares.

A todos ruía -indica Manuel Ribeiro- uma ambição: ter. Ter terra, uma morada de casas, carro e parelha de bestas. Mas, por desgraça, a terra estava ainda em regime latifundiário. Alguns lordes dominicais, que ninguém conhecia, que nunca ninguém vira, senhoreavam as mayores herdades da redondeza, todas grandes como condados, e estendia o temor da sua soberania absoluta por tudo quanto a vista abarcava, léguas e léguas cuadradas de montado e lavra. Ninguém se insurgia. Tudo achava legítima a posse: cada um é señor daquilo que é seu. Mas roía-os o desespero desta sina maldita que lhes fechavam a eles e a seus filos, como fechara já a seus pais, a posse daquela terra que eles tinham criado e feito com tanto esforço e amor, a terra que era o seu sangue e vida, e que um qualquer que a não conhecia nem andava nela, podia orgullosamente dizer: É minha! – e deitá-los para fora dela, quando muito bem quisesse.

Um contemporâneo deste autor, do outro lado da «raia», é Felipe Trigo, nascido em Villanueva de la Serena (Badajoz) em 1865. É notável a carga social e crítica de todos os seus romances, dirigida contra uma injustiça socio- econômico, que mantém a grande maioria na miséria.

¡Pobre Patria –escreve em seu romance Jarrapellejos, tanto más digna de cariño cuanto más decaída a la presente condición por torpezas de sus hombres!… Leguas y leguas de rañas, de estériles jarales, que se pudieran roturar; tierras que debieran cambiarse de cultivo; latifundios a repartir entre los pobres; saltos de agua en futura industria utilizables, y puntos de la ribera de más sencilla acometida para el riego de los campos…

Reforma Agrária

E essa secular “fome de terra” vai condicionar a vida política e social em todo o sudoeste da península. Assim, quando as circunstâncias políticas o permitirem, as massas camponesas tentarão saciá-lo, tentando remover as estruturas de propriedade, realizar a reforma agrária que lhes garanta trabalho e pão. A historiografia documenta com precisão os movimentos políticos, sindicais, coletivos em geral que lutaram a todo momento para alcançá-la, mas nada é mais “plástico”, claro e contundente do que a obra de nossos escritores.

Pues ese otro año de 1933 -narra o cacereño Pedro de Lorenzo em su romance Gran Café, que es al que me refiero, otra vez se fueron a las fincas. Y otra vez la Guardia Civil mandó desalojar las tierras ocupadas. Había terrenos que no se cultivaban desde mediado el siglo XIX. Fincas de pasto y encina. La más parcelada ese año fue Las Golondrinas, lindera a La Quintana. Las Golondrinas es una dehesa enorme. Se les aconsejó, al echarlos, que aguardasen la reforma agraria. Y lo que ellos decían:

– Para entonces ya se ha pasado el tempero.

Tal como neste caso da Segunda República Espanhola (1931-1933), acontecerá com Portugal e a sua “Revolução dos Cravos” de 1974. São muitos os escritores que a incluem nas suas obras, mas talvez o mais “universal” seja Levantado do Chão, de José Saramago, onde podemos ler:

Estava o trigo na terra e não o ceifaram, não o deixam ceifar, searas abandonadas, e quando os homens vão pedir trabalho, Não há trabalho, que é isto, que libertação foi esta, então já se fala que vai acabar a guerra em África e não acaba esta do latifúndio. Tanto se apregoou de mudanças e de esperanças, saíram as tropas dos quartéis, coroaram-se os canhões de ramos de eucalipto e os cravos encarnados, diga vermelhos, minha senhora, diga vermelhos, que agora já se pode, andam aí a rádio e a televisão a pregar democracias e outras igualdades, e eu quero trabalhar e não tenho onde, quem me explica que revolução é esta.

Há um sentimento em ambos os autores de clara frustração com o não cumprimento das promessas. Pelos cortes aos sonhos tão repetidos, sinceros, da grande maioria do povo. Pela dureza de uma vida que não muda…

As vítimas

Assim, não é estranho que uma canção de dor para as vítimas surja de nossos escritores. Vítimas com nomes e apelidos nalguns casos, como o que nos é retratado pelo grande poeta José Carlos Ary dos Santos, referindo-se a Catarina Eufémia, assassinada à queima-roupa por um oficial da Guarda Nacional Republicana no tempo de Salazar quando ela estava se manifestando em um camponês de protesto.

Trança de trigo roxo Catarina
morrendo alpendurada
do alto de uma foice.
Soror Saudade Viva assassinada
pelas balas do sol
na culatra da noite.
Meu amor. Minha espiga. Meu herói.
Meu homem. Meu rapaz. Minha mulher
de corpo inteiro como ninguém foi
de pedra e alma como ninguém quer.

Ou vítimas colectivas, como os “desempregados”, a quem o poeta estremenho canta Luis Álvarez Lencero com uma lágrima dolorosa, pela sua situação desesperadora.

¿Qué piensan estos hombres
que nacieron esclavos?
La libertad se gana
cara a cara ante el látigo.
Pero están en la plaza
con ojos entornados
a vender los sudores
por jornales baratos.

A terra

Há, em todos estes autores “raianos” um intenso amor pela terra, por esta terra parda, sedenta e desolada. Assim, a poetisa de Vila Viçosa Florbela Espanca dedicou-lhe, entre muitos outros, este belíssimo soneto:

Horas mortas… Curvada aos pés do Monte
a planicie é um brasido… e, torturadas,
as árvores sangrentas, revoltadas,
gritam a Deus a bênção duma fonte!
E quando, manhã alta, o sol posponte
a oiro a giesta, a arder, pleas estradas,
esfíngicas, recortam desgreñadas
os trágicos perfis no horizonte!
Árvores! Corações, almas que choram,
almas iguais à minha, almas que imploram
en vão remédio para tanta mágoa!
Árvores! Não choreis! Olía e vêde:
– Também ando a gritar, morta de sede,
pedindo a Deus a minha gota de água!

Musicado para ser cantado como um fado repulsivo, extraordinário, na voz de Teresa Silva Carvalho, que “ressuscitou” para o final do século XX este soneto do primeiro terço do século, tão atual. Deste lado da Estremadura, o poeta e cantautor Pablo Guerrero fará o mesmo referindo-se à Estremadura, compondo versos sublimes naqueles anos inquietos de «expectativa de mudanças», quando nos últimos dias da ditadura o protesto se impunha em verso e música:

Extremadura,
soledad llena de encinas
sobre campos con veredas,
¿por qué se fueron los hombres
de tu tierra?
Extremadura,
tierra de conquistadores
que apenas te dieron nada.
¡Ay! mi Extremadura amarga.
¡Ay! mi Extremadura,
levántate y anda.

Certamente os «ventos literários» não correm mais nessas direções. O testemunho do que foi vivido, do que foi sofrido, está sendo deixado “de lado” na literatura do momento. Mas aí, bem pertinho, nos nossos escritores do século passado, temos um legado para entender a história recente, que ainda é realidade para muitos.

(Moisés Cayetano Rosado, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación y doctor en Geografía e Historia, es un reconocido escritor, investigador y profesor).

SOBRE EL AUTOR

Moisés Cayetano Rosado, un gran intelectual, profesor y escritor, nuevo colaborador de PROPRONews

OTRAS INFORMACIONES Y ARTÍCULOS

Marruecos, nuestro hermoso y aún desconocido vecino del sur

Nuevo (y gran) libro de poemas de Gregorio González Perlado

São Tomé, un paraíso dormido que quiere despertar

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Últimas Noticias