sábado, 27 julio, 2024
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Juan Serna, Premio Nacional de Medio Ambiente: un reconocimiento merecido

El veterano luchador por la salud del planeta es una figura muy preciada por su perseverancia, practicada desde tiempos muy diferentes, cuando apostar por la defensa del medio ambiente era entendido como un posicionamiento contrario al progreso.

Cristina Narbona.
Cristina Narbona.

Madrid.-

El Premio Nacional de Medio Ambiente, concedido este año por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a Juan Serna por su compromiso con la agricultura ecológica, es una magnífica ocasión para reconocer la larga e intensa trayectoria de este activista ambiental, pionero en tantas actividades y maestro de muchos. Yo misma me considero una de sus discípulas, ya que una de mis primeras aproximaciones a la ecología política fue Extremadura saqueada, de José Manuel Naredo, Mario Gaviria y Juan Serna, publicado en 1978; un libro que me abrió la mente y me incitó a analizar el desarrollo económico con otra mirada.

Me alegra poder colaborar actualmente con una de las iniciativas más interesantes de Juan, los Cuadernos de Extremadura, que ponen en valor numerosos ejemplos concretos de actividades económicas con impacto positivo desde el punto de vista social, ambiental y territorial. Y por supuesto, he considerado siempre a Juan un referente muy preciado por su perseverancia y su coherencia, practicadas desde tiempos muy diferentes al presente, cuando apostar por la defensa del medio ambiente era entendido, por la mayoría de la opinión pública, como un posicionamiento contrario al progreso.

LA CULTURA DE LO DURADERO

Su lucha contra la energía nuclear, que comparto desde hace décadas, le supuso momentos difíciles —y victorias de gran impacto social, como cuando consiguió a finales de los setenta que se usaran dosímetros para medir la radioactividad de los trabajadores de las minas de uranio—. Una lucha que, lamentablemente, sigue teniendo vigencia, ya que de nuevo algunos apuestan por prolongar el calendario de cierre de las centrales nucleares, acordado por el Gobierno con las empresas titulares, con el pretexto de la necesidad de avanzar con mayor rapidez en la descarbonización así como en la autonomía energética, sin aceptar que la energía nuclear no es ni barata ni limpia ni segura.

Juan supo defender sus ideas como consejero de Obras Públicas de la Junta de Extremadura; y ha dado también ejemplo de su compromiso con el medio ambiente en su faceta de empresario en el sector de la agricultura y ganadería ecológica, demostrando con los hechos que se puede crear empleo sin alterar los equilibrios ecológicos imprescindibles para la vida. Los amigos hemos disfrutado de sus productos, y, en la medida de lo posible, los hemos promocionado. Pero todo impulso al cambio de paradigma resulta hoy insuficiente, al haberse acelerado los procesos de superación de los denominados “límites planetarios”; así que hay que seguir dando testimonio de la viabilidad de las opciones sostenibles.

Es tiempo —como decía Juan Serna en un artículo sobre agricultura ecológica, en 1989, a propósito de la grave amenaza contra la biodiversidad derivada del uso creciente de fertilizantes y plaguicidas químicos— de instaurar la “cultura de lo duradero” y desterrar la “cultura de lo inmediato”. Que este premio sirva para dar un toque de atención sobre la urgencia de una transición ecológica justa.

(Cristina Narbona es vicepresidenta primera del Senado y presidenta del PSOE).

(Nota: la publicación de este artículo, aparecido el pasado día 3 en El País, nos ha sido autorizada por su autora).

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