viernes, 29 marzo, 2024
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Un chute de feminidad y feminismo directo al corazón

Hoy me empotré entre 10.000 mujeres que corrían, para sentir y aprender de ellas

Una de las experiencias profesionales más emotivas y electrizantes de mi larga vida de periodista. Hoy, en Sevilla, me empotré literalmente entre las 10.000 mujeres que participaban en la Carrera de la Mujer 2018 para captar sus sensaciones y emociones, para recibir su mensaje y para aprender de ellas. Confieso a mis lectoras y lectores que ha sido un verdadero chute de feminidad y feminismo que me ha llegado directo al corazón. Una lección y un gozo.

La Carrera de la Mujer 2018 celebrada hoy en Sevilla se puede narrar de dos maneras:

Una es la habitual, diciendo que intervinieron 10.000 corredoras (ese fue el número de dorsales que se entregaron y se agotaron); que forman parte de la gran marea femenina y feminista que recorre ocho grandes ciudades de España con una concurrencia global de 150.000 participantes; que es la prueba deportiva femenina reivindicativa mayor y más antigua de Europa; que todas ellas lucieron el 016 a la espalda (teléfono contra la violencia de género); que participaron mujeres de todas las edades, incluidas numerosas bebés en brazos de sus esforzadas madres, así como ancianas de avanzada edad y discapacitadas; que corrieron parejas de mujeres casadas o unidas de hecho, en la naturalidad de la convivencia y el derribo de los tabúes; que las amigas, las hijas y las madres, las hermanas, las tías y las sobrinas, las primas, las cuñadas, las suegras y las nueras trotaron juntas en una armonía desmentidora de gastados clichés machistas; que todas las participantes pagaron 11 euros de inscripción, cuya recaudación se destina a causas solidarias; o que las ganadoras del circuito fueron, por este orden, la sevillana Mude Rodríguez, (hizo los 6.900 metros en 25.03 minutos), seguida por la extremeña Mamen Ledesma y por la coriana Carmen Valle.


Sé por experiencia que donde hay mujeres hay coraje, sensibilidad y compasión, y sé que en ese ecosistema uno solo puede esperar cosas buenas.


Y otra es contar mis sentimientos y emociones de hombre y de periodista ante un acontecimiento tan lleno de energía, de vida, de solidaridad y de enseñanza. Y esto es lo que voy a hacer a continuación.

Una marea incontenible. J.M. PAGADOR
Una marea incontenible. J.M. PAGADOR

Me fui temprano al lugar de la concentración de las corredoras para verlas llegar. A las 9,30, faltando media hora para la salida, ya había millares de ellas en el Paseo de las Delicias. Otras muchas llegaban incesantemente, caminando o en autobús, desde todos los barrios de Sevilla y otras localidades. Algunas venían en las motocicletas de su día a día estudiantil o laboral perfectamente reconocible. Todas ellas vestían la preceptiva camiseta rosa. El paseo se fue tiñendo masivamente de ese color, hasta desbordar sus márgenes en una longitud de centenares de metros.

Contra el maltrato. J.M. PAGADOR
Contra el maltrato. J.M. PAGADOR

Numerosos maridos mayoritariamente jóvenes, llenaban los aledaños portando cochecitos de niño vacíos, después de haber dejado a sus mujeres corredoras con sus hijos pequeños en brazos dispuestas para iniciar la carrera. Llegaban grupos de chicas cogidas de la mano. Venían mujeres en silla de ruedas con la sonrisa en la boca. Aparecían por las confluencias madres y abuelas con sus hijas y nietas, trasmitiendo sin palabras una lección femenina y feminista, una enseñanza antimachista e igualitaria, una semilla contra toda violencia y abuso. El sonido ambiente era una algarabía de risas y cantos, de saludos y besos, de genuina alegría vital. Yo estaba allí, en medio de todas ellas, mirándolas pasmado, tratando de interpretar en sus facciones, en su lozanía, en sus arrugas, en sus invisibles heridas, en su juventud, en su vejez, en sus ignoradas victorias, la singularidad de cada caso, imposible de descifrar en un momento.

Cabeza de carrera. J.M.PAGADOR
Cabeza de carrera. J.M.PAGADOR

Me acerqué a ellas, estuve cerca de muchos grupos, me empotré en su masa de fortaleza y resistencia, escuché muchas conversaciones y no quise decirles ni preguntarles nada, por no romper esa magia que llevaban en los ojos: la magia de saberse las mujeres que han roto con el machismo para siempre, que dicen no al patriarcado definitivamente y que están convirtiendo a sus niñas en la avanzadilla de un mundo mucho más justo e igualitario que el actual.

UN CANTO RODADO ENTRE EL AGUA

Sé por experiencia que donde hay mujeres hay coraje, sensibilidad y compasión. Y sé que en ese ecosistema uno solo puede esperar cosas buenas. Así que me situé en el medio de la carrera, como un canto rodado en mitad de la corriente de un río, para ver venir hacia mí el agua fecunda de aquellas 10.000 mujeres admirables, cuyo frente se abrió para no arrollarme en la isleta de mi semáforo y que fluyó por mis costados y a mi espalda como agua desbordada, dejando a su paso, en mi carne y en mi alma, la claridad de su entereza, su fecundidad y su sacrificio.


Las cuñadas, las suegras y las nueras trotaron juntas en una armonía desmentidora de gastados clichés machistas.


Tres generaciones y un mismo objetivo. J.M. PAGADOR
Tres generaciones y un mismo objetivo. J.M. PAGADOR

Viéndolas correr alegremente me pregunté a cuántas de ellas les habría puesto la mano encima una bestia de hombre; a cuántas de aquellas niñas conseguiríamos entre todos librar de esa plaga en el futuro; cuántas habrían sufrido ya acoso y abusos sexuales o habrían sido violadas; cuántas no podrían participar nunca en una carrera como esta por haber sido asesinadas por una bestia de hombre; cuánto menos que los hombres ganarían las que trabajan fuera de casa; quién reconocería el agotador esfuerzo de tantas por llevar un hogar; o por qué si, por poner un ejemplo, las juezas y magistradas son casi el 60% del personal de justicia en este país, en cambio no llegan al 30% las que ocupan cargos en esa administración… Me hice estas preguntas y muchas más por el estilo, mientras ellas pasaban alegremente por mi lado y saludaban a este desconocido que las fotografiaba, y me dedicaban gracietas y risas al verme tan serio con mi cámara, como un canto rodado en medio de su corriente fresca y cristalina.

Un esfuerzo admirable. J.M. PAGADOR
Un esfuerzo admirable. J.M. PAGADOR

Y yo, que tengo mujer, hijas, nieta, madre, hermanas, tías, primas, sobrinas, cuñadas y amigas, volví a jurarme que nunca, nunca, nunca en mi presencia levantará un hombre la mano a una mujer impunemente, ni permitiré jamás que se las discrimine o explote o se abuse de ellas con mi conocimiento. Pero en esta lucha no basta con eso, por muchos que seamos los que nos negamos a ser cómplices. Lo fundamental es el cambio del modelo social y educativo, y una legislación y una administración de justicia verdaderamente preventivas, eficaces y respetuosas, donde, por ejemplo, no quepan “profesionales” como Francisco Javier Martínez Derqui, magistrado juez del Juzgado de Violencia sobre la Mujer nº 7 de Madrid, que llamó “bicho” e “hija puta” a una víctima de violencia de género al término de la vista (a la que ella no pudo asistir por estar ingresada en un hospital por un ataque de pánico al saber que le había sido retirada la orden de protección), y que añadió: “verás el disgusto que se va a llevar (la mujer) cuando sepa que tiene que darle los hijos al padre (dos bebés de 21 y 10 meses)”; ni quepan tampoco la fiscala y la letrada que le rieron las gracias al juez.

Cansada, pero victoriosa. J.M. PAGADOR
Cansada, pero victoriosa. J.M. PAGADOR

Todo esto dio de sí, para mi renovado compromiso, la Carrera de la Mujer que esta mañana se ha celebrado en Sevilla. Porque todo esto (y mucho más) estaba implícito en esta solemnidad de 10.000 mujeres corriendo contra un horror y una discriminación de siglos que tiene que terminar ya. Y esta, perdóneme quien no lo entienda, ha sido la única manera que he tenido de contarlo.

(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews).

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