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La poesía de José Antonio Zambrano, literatura, amistad y tiempo

El gran poeta extremeño acaba de ver publicada su Poesía Reunida 2001-2021

En noviembre de 2000, hace ya más de veinte años, la editorial De la luna libros publicó un volumen de más de doscientas páginas que recogía una amplia antología de la poesía de José Antonio Zambrano desde su primer libro exento, Canciones y otros recuerdos (1980), hasta Después de la noche, que apareció aquel mismo año 2000, y que llevó un prólogo de Ricardo Senabre titulado «La poesía de José Antonio Zambrano, veinte años después». Y veinte años después he tenido la oportunidad de volver a acompañar al poeta en la edición de su poesía reunida desde 2001 a 2021.

El catedrático y filólogo Miguel Ángel Lama
El catedrático y filólogo Miguel Ángel Lama

Badajoz, Extremadura.-

 

José Antonio Zambrano, Poesía reunida [2001-2021]. Mérida, Editora Regional de Extremadura (Col. Poesía. Serie Mayor), 2022.

 

Poesía Reunida 2001-2021. José Antonio ZambranoAhí están desde los poemas escritos ya en 2001 que conformaron un libro singular como Amor mío, la vida (2003) hasta unas pocas muestras de lo que ocupa al poeta en este tiempo post-pandemia, después de una de sus cumbres de senectud con el contundente título de Ahora (2019). Ambos extremos enmarcan un corpus de ocho obras, en el que también están Las orillas del agua (2003), Soleares (2004), Treinta minutos de libertad (2006), Apócrifos de marzo (2009), Tonás de los espejos (2013) y Lo que dejó la lluvia (2014). Quede aquí esa mención de títulos y fechas como la constatación de un paso del tiempo que he compartido con el escritor, y uno de los ejes principales de los tres que están sugeridos en el título de estas palabras. Tiempo, amistad y literatura.

La literatura fue lo primero, pues sin ella no habría conocido a la persona que estaba detrás de aquellos poemas que se publicaron en la primera entrega de la antología Poesía extremeña actual, de 1977, de la editorial Esquina Viva que llegó a casa por suscripción de mi padre. La literatura trajo luego el trato continuo y la amistad, que propiciaron una atención a la poesía de José Antonio que fraguó en el estudio introductorio que llevó aquella colectánea Poesía (1980-2000). Fue la representación antológica de veinte años de la dedicación a la escritura poética de José Antonio Zambrano. El tiempo, luego, se impuso solo. Y es el tercer pilar de estas palabras ahora. De casi todo parece que han pasado veinte años, decía Jaime Gil de Biedma, que escribió un poema titulado «Amistad a lo largo», de Compañeros de viaje, un título que también viene muy a propósito. Combinado lo que dicen que dijo el poeta y lo que escribió en ese poema, me parece todo muy conforme con esta dichosa sensación de vértigo por el paso del tiempo vivido, como la que debía sentir una amiga de mi madre, costurera, cuando dejaba sus manos quietas sobre la tela y las ponía a mirar hacia el pasado más remoto; o como la que pueden sentir las parejas que siguen juntas tras tanto amor, tantos trabajos y tantos días.

HISTORIADOR DE LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA

Estuve con José Antonio cuando se publicó aquella antología en De la luna libros, que reunió once libros de poemas, hasta La mitad del sueño, de 1999. Y siempre me pareció que estaba cumpliendo con una especie de deber de historiador de la literatura contemporánea, con el afanoso trabajo de recorrer como un lector y crítico una amplia porción de años y la evolución poética de un autor nacido en Extremadura como José Antonio Zambrano. El vértigo aludido —y la satisfacción— viene de que veinte años después hayamos podido sumar cuarenta de este laboreo que ahora se ha materializado en un precioso volumen que hay que agradecer a la Editora Regional de Extremadura y a personas como Luis Sáez Delgado, su director, y María José Hernández, su piedra filosofal, que, como todo el mundo sabe, simboliza, además de la felicidad celestial, la perfección o la máxima expresión del saber hacer. Esos muchos años los podemos evocar los que por fortuna los hemos vivido; pero también los puede recorrer quien tenga y quiera repasar los dos volúmenes —aquel de 2000 y este de 2022— que recogen la obra hasta hoy de Zambrano.

Quien quiera reencontrarse con la fidelidad del autor a un ejercicio poético que, desde los inicios, ha combinado dos registros, en convivencia fructífera entre el juego —que no es un juego— con lo popular, y un discurso más insondable y menos identificado con formas prefijadas en el que el poeta también demuestra su destreza con el lenguaje. Así, junto a libros principales como Treinta minutos de libertad o Ahora, los gestos de las Soleares o las Tonás de los espejos. Eso contiene esta nueva recopilación de la poesía de José Antonio Zambrano.

Su lectura es una de las experiencias más formidables para conocer una porción brillante de la historia de la poesía de autores extremeños de entresiglos. Si fuese posible, un día quisiera culminar la mía, mi lectura —mi experiencia—, con todo lo que no se aprecia a primera vista en un libro de poemas publicado: el poema leído que el poeta te regala en una llamada telefónica que esconde una inseguridad o la precisión de un amparo, la expresión de un sinsabor por aquello que no acaba de aflorar, o lo mucho dicho en algunas pocas cartas cruzadas. Y así, en la tríada literatura, amistad y tiempo, podría servirme de mis documentos y de mi experiencia y dar una muestra de la intrahistoria de la literatura, como una clase de literatura contemporánea, bien viva. Para que se vea cómo vive la poesía o la escritura quien ha escrito los poemas de esta Poesía reunida de más de veinte años.

Qué mejor manera de incitar a leer un libro así que mostrar una parte de la gran estatura poética de este escritor y el rigor que aplica a su dedicación. Confieso mi inclinación filológica hacia la crítica textual; pero aquí no se trata tanto de eso, que tiene su lugar; sino de sugerir con todo afán esos tres pilares esenciales de los que hablaba al principio: el tiempo, la literatura y la amistad, que están los tres presentes en este pedazo de correspondencia personal —que va más allá de unas cuantas cartas— que algún día me gustaría hacer más pública.

(Miguel Ángel Lama (Zafra, 1962) es Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Extremadura. Actualmente es director del Departamento de Filología Hispánica y Lingüística General de la UEX. Ha publicado estudios y ediciones sobre la literatura española de los siglos XVIII y XIX y se ha ocupado también de la literatura contemporánea de Extremadura.)

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