Última visión de la Ventana Azul

Al lado de ese vacío emerge ahora del mar, como un dinosaurio pétreo, una roca erizada de escamas.

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Antes y ahora J.M.P.
Antes y ahora J.M.P.

Hemos sido uno de los últimos seres humanos que hemos tenido el privilegio de ver en pie la Ventana Azul de Malta, uno de los iconos del archipiélago hasta su colapso a principios de marzo de este año. En PROPRONews hemos querido volver al lugar para ver cómo ha quedado y enseñar a nuestros lectores el antes y el después de este prodigio natural desaparecido para siempre.

Llegada a Gozo. J.M.P.
Llegada a Gozo. J.M.P.

Para Malta ha sido una catástrofe nacional. La Ventana Azul, un majestuoso arco natural de piedra de casi 30 metros de altura, situado en los acantilados occidentales de la isla de Gozo, se venía abajo el 8 de marzo derribado por una violenta tempestad. La airosa estructura había soportado formidables embates de las aguas y los vientos durante decenas de millares de años. Poder contemplarla todavía en pie, con toda su elegancia y ligereza, semanas antes de su caída, fue un verdadero privilegio para este periodista. Algo que han podido ver ojos humanos durante incontables generaciones desaparecía poco después para siempre. Pero en nuestra retina y en nuestro archivo fotográfico quedarán también para siempre las hermosísimas imágenes de esta milenaria belleza natural.

La Ventana Azul ya no está, pero el archipiélago de Malta, con todos sus encantos y atractivos sigue existiendo y es un destino que nadie debe dejar de visitar. Hoy volvemos a la isla de Gozo. Para eso hemos tomado el ferry que enlaza esta isla con la de Malta. La travesía es rápida –alrededor de cuatro millas marinas separan ambas islas- y enseguida desembarcamos en uno de los preciosos y coquetos puertecillos de esta isla cuya superficie no llega a los 70 km2 y donde viven poco más de 30.000 habitantes.

XLENDI

Preocupación entre los que alquilan botes. J.M.P.
Preocupación entre los que alquilan botes. J.M.P.

Desde el punto de desembarco nos dirigimos por carretera a Xlendi, el pueblo costero más próximo a la desaparecida Ventana Azul y donde se alquilan las lanchitas para pasear por el accidentado litoral y contemplar antaño lo que ya no se puede ver. Pero que haya desaparecido la Ventana Azul no quiere decir que esta costa no siga ofreciendo todavía un sinfín de bellezas naturales. La lancha, cómoda, bien sombreada y fácil de patronear, tiene capacidad para media docena de personas y cuesta unos 60 euros la hora, combustible incluido. Los que regentan el alquiler de estas embarcaciones esperan que la desaparición de la ventana no afecte a su negocio o, al menos, no demasiado. Todavía quedan muchas cosas que ver paseando por el mar alrededor de la isla; por ejemplo, la Laguna Azul, situada no lejos de aquí.

En poco más de un cuarto de hora llegamos al lugar. Si cerramos los ojos podremos evocar en todo su esplendor este monumento natural derribado por la fuerza de los elementos. Por su parte oriental el arco estaba adherido a los imponentes acantilados que constituían un contrafuerte natural y por la parte occidental lo sostenía una gruesa columna pétrea anclada en el mar. El arco se formó a consecuencia del derrumbamiento, hace millares de años, de unas cuevas de piedra caliza de las que únicamente quedó en pie esta estructura, también desaparecida al cabo de tanto tiempo.

PREVISIBLE FINAL

La ventana estaba enferma desde hacía años. Partes de ella habían ido cayendo al mar en el transcurso del tiempo a consecuencia de la erosión, y muchos malteses, sobre todo técnicos y autoridades, eran conscientes de que lo peor podía suceder en cualquier momento, aunque nadie se esperaba que sucediera “tan pronto”. Un habitante de Gozo llamado Roger Chessnell, testigo presencial del colapso, se encontraba haciendo fotografías del lugar aquel día tempestuoso, cuando una enorme ola golpeó y rebasó la Ventana Azul, que quedó oculta momentáneamente por la espuma. Cuando la ola colosal se retiró, la Ventana Azul ya no estaba. Roger fue seguramente la última persona que vio en pie el hermoso monumento natural.

Saliendo a la mar. J.M.P.
Saliendo a la mar. J.M.P.

La funesta noticia sobrecogió al país. El propio primer ministro, Joseph Muscat, la dio a través de su cuenta de Twitter: “Gozo acaba de perder su famosa Ventana Azul a causa de fuertes vientos y tormentas. Hoy es un día triste para Malta. Solo nos quedan las fotografías para admirar esta belleza. Mi corazón está destrozado”. El impacto del suceso fue enorme en todo el país, especialmente en Gozo, cuya población, según dijo Anton Refalo, ministro de la isla, se sentía como si hubiera perdido una parte de sí misma.

Se ha especulado sobre si hubiera sido posible salvar la Ventana Azul de algún modo, recurriendo a la ingeniería y a las técnicas actuales de consolidación de estructuras. Pero los técnicos locales eran conscientes desde hace tiempo de que el rabajo corrosivo de la erosión era imparable y la catástrofe ocurriría tarde o temprano. Tan conscientes eran las autoridades del riesgo, que habían prohibido severamente que nadie utilizase la Ventana Azul como trampolín para lanzarse al mar desde su altura, como hacían algunos atrevidos. El paso de personas sobre el arco contribuía también a debilitarlo y se había prohido incluso el paso y la estancia en la parte superior. El propio ministro maltés de Medio Ambiente, José Herrera, dijo después del derrumbe que los últimos estudios geológicos, efectuados en 2013, pronosticaban ya lo inevitable y dictaminaban que ninguna intervención humana habría podido evitar la pérdida.

Xlendi va quedando atrás. J.M.P.
Xlendi va quedando atrás. J.M.P.

ADIÓS A TANTA BELLEZA

Toda la costa occidental de Gozo está plagada de hermosas formaciones y caprichosos recovecos en sus altos acantilados y arrecifes. La Ventana Azul era la guinda de este pastel de piedra ante cuyas murallas naturales se pasman los ojos y se dispara la imaginación. La guinda ha desaparecido, pero el pastel sigue en pie y a fe que es un buen festín para el viajero atento y cultivado. No es difícil hacerse una idea de lo que sintieron los primeros pobladores de Gozo, llegados probablemente de las cercanas islas italianas hace ocho mil años, cuando descubrieron este alto refugio pétreo en mitad del mar. Del inicio de la civilización en Gozo dan testimonio los monumentos megalíticos de Ggantija.

La Ventana Azul desde su cara sur. J.M.P.
La Ventana Azul desde su cara sur. J.M.P.

Para los españoles, el archipiélago tiene además una connotación histórica que lo liga a nuestro país por diversos motivos. Porque estas islas pertenecieron al imperio español y fue el emperador Carlos el que cedió Gozo, Malta y Comino a la Orden de San Juan de Jerusalén en 1530, como avanzadilla cristiana frente a la amenaza turca, que se consumaría veinte años después con la conquista otomana del territorio.

De aquello hoy solo quedan recuerdos y vestigios en monumentos y museos. Por nuestra parte, después de una hora de hermoso paseo por el accidentado litoral de Gozo volvemos a Xlendi, situado en una pequeña bahía como un fondo de saco entre murallones de roca. Bordeándola a pie por una carretera en rampa subimos hasta los restaurantes del otro lado, cuyas balconadas y terrazas ofrecen un magnífico espectáculo sobre el pueblo y las aguas. La comida aquí puede decirse con toda propiedad que es “gozosa”: buena pasta artesana de elaboración local, buenos pescados y mariscos y excelentes hortalizas. Al ver la carta de vinos nos viene a la memoria la peculiar relación de estas islas con el cine. La lista nos ofrece, en efecto, un tinto llamado “Halcón Maltés” que resulta ser muy agradable al paladar. Pero la Ventana Azul ya no podrá volver a ser filmada para ninguna escena como la de la boda de Daenerys Targaryen y Khal Drogo. Sin embargo, siempre la llevaremos en nuestro corazón como un hito de la belleza del mundo natural y como un aviso de la fugacidad de la vida, incluso de lo que puede parecer eterno.