Fallas, la fiesta mayor del Mediterráneo

Hoy, día grande de una celebración de repercusión mundial, esencial para la identidad, el sentimiento y la economía de Valencia

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Falla ganadorade de este año. A.S. PAGADOR
Falla ganadorade de este año. A.S. PAGADOR

Es una de las fiestas populares más importantes del mundo y, sin duda, de las más conocidas a nivel global, como lo atestiguan los numerosos reconocimientos internacionales y los incontables visitantes de casi todos los países que acuden cada año. Inmersos en este ambiente de emoción e identidad de Valencia y los valencianos, vivimos las Fallas de 2018 desde la admiración y el disfrute de una fiesta que evoca, en la belleza crítica de estos hermosos y efímeros monumentos dados al fuego, la majestuosidad y la brevedad de la vida y su constante renovación. Nos sumergimos en las Fallas de Valencia, la fiesta mayor del Mediterráneo, una celebración de raíz milenaria con enorme vigencia de presente y expectativa de futuro.

Adrián S. Pagador. PROPRONews
Adrián S. Pagador. PROPRONews

El periódico británico The Guardian, ha dictaminado que en este 2018 Valencia es uno de los 40 mejores lugares del mundo como destino turístico y vacacional (como si no lo fuera los demás años). Y, naturalmente, en esta designación tienen un papel importante las Fallas, una celebración de cuna centenaria que, según interpretaciones aceptadas, tiene su origen en el acto purificador anual del antiguo gremio de carpinteros en torno a la festividad de su patrón, San José, en cuya ocasión solían quemar estos artesanos los leñosos residuos de su actividad, cuando limpiaban sus establecimientos al terminar el invierno. Sin embargo, esta afición levantina por el fuego, sin perder su raíz gremial festiva, enlaza también con la milenaria tradición mediterránea de las hogueras, que tiene expresiones varias en el mundo grecolatino, desde las antiguas vulcanalias y los fuegos vestales romanos, pasando por las fiestas orientales del fuego y las antorchas dedicadas a una diosa siria que podía ser Dercetó, hasta las actuales anastenarias griega y macedonia.


Las Fallas se encuentran en la encrucijada estética y tecnológica de aunar tradición con innovación.


No olvidemos, en todo caso, la prueba quizá más definitiva de esta genética clásica de la gran fiesta valenciana y que encontramos en la misma palabra que la nombra. Porque falla, viene del latín, facula, que significa antorcha. Más claro, imposible.

Os preguntaréis qué hace una persona joven como yo, introduciendo este reportaje sobre las Fallas de 2018 con todos estos antecedentes históricos. Y os diré, primero, que no puede haber juventud sin memoria, y, segundo, que, para mejor vivir la fiesta, es necesario empaparse de todo lo que ella representa, pues cuando se asimila la grandeza de su pasado se paladea mejor su bello y divertido presente.

UNAS FIESTAS SIN PARANGÓN

Tengo la suerte de residir en Valencia y he vivido durante las últimas semanas algunos de los momentos clave del dilatado programa festivo de Fallas, que empezó nada menos que el sábado 24 de febrero. El ambiente, a pesar de las lluvias y los vientos de este año, ha ido animándose desde el primer día. Cuando escribo estas líneas, víspera del día grande, el alegre bullicio es inmenso, con centenares de millares de visitantes recorriendo la ciudad, convertida toda ella en un espectáculo fantástico. Como PROPRONews, hay numerosos medios de todo el mundo reportando información y grabando imágenes y sonidos de esta maravilla colosal. Veo, por ejemplo, a los atónitos enviados de una televisión japonesa, grabando para su lejanísimo público la realidad indescriptible de una fiesta sin parangón en el mundo.

La monumental falla de la Plaza del Ayuntamiento. A.S. PAGADOR
La monumental falla de la Plaza del Ayuntamiento. A.S. PAGADOR

En todas partes se percibe el olor de la pólvora quemada. La ciudad brilla con sus fallas y sus monumentos. La alegría y la buena convivencia imperan por doquier. Los hoteles están llenos, prácticamente al ciento por ciento de su capacidad, y en los bares, restaurantes y lugares de diversión no cabe un alfiler a ninguna hora. La oferta gastronómica valenciana, tan rica y variada, satisface a los nativos y a los visitantes por igual, y la enorme oferta cultural brinda también su alimento al espíritu.

Venir a Valencia a las Fallas ofrece también la posibilidad de descubrir la belleza monumental de una ciudad maravillosa, donde no hay que perderse, entre su inabarcable riqueza museística –cerca de cincuenta centros de gran interés-, el Museo Fallero, por supuesto –donde el visitante podrá apreciar la dimensión histórica y artística de esta fiesta-, pero tampoco el IVAM –el templo valenciano del arte moderno, a la altura de los más grandes del mundo-, ni el monumental conjunto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, ni, en otro orden de cosas, el apabullante Mercado Central, obra maestra del modernismo valenciano, cuyo interior muestra lo mejor de los productos de la tierra y del mar de esta comunidad. Porque a los jóvenes también nos van los mercados, que hemos de proteger y estimular frente a la invasión de las grandes superficies, y son de las primeras cosas que recomiendo visitar cuando se llega de nuevas a una ciudad. Y el de Valencia es magnífico, de lo mejor que he visto.


Valencia puede erigirse en líder mundial de las ciudades organizadoras de festivales de esculturas efímeras.


En la Ciudad de las Artes y las Ciencias, concretamente en el Salón Arquerías del Museo de las Ciencias, pude visitar días pasados la monumental muestra de los ninots de esta edición, más de 700 figuras y conjuntos distribuidos en casi 4.000 metros cuadrados de exposición. Yo he sido uno más entre las cerca de 100.000 personas que la han visitado, con un aumento del 10% sobre el año anterior. Y he sido testigo privilegiado, al término de la misma, de la retirada de los ninots, entre el entusiasmo de los miembros de las comisiones y las falleras, un ritual que muchos visitantes desconocen y que tampoco deberían perderse.

DESDE NIÑOS Y PARA TODOS

Hay que destacar una de las peculiaridades de las Fallas, que no tiene equivalente en otras fiestas populares que he podido ver en diferentes lugares de España y del mundo, y es la atención que los organizadores prestan y el protagonismo que dan a los niños y a los jóvenes, involucrando a los menores en todos los aspectos de la celebración. Esto alcanza su máxima expresión en las fallas infantiles, la ofrenda de flores a la patrona, la Virgen de los Desamparados, en la que participan activamente los niños, o las falleras infantiles. Las Fallas se viven sobre todo en familia y los valencianos son iniciados en este ritual desde que nacen. Por eso la presencia de los más pequeños en las calles y en los actos es masiva y por eso mismo el futuro de esta fiesta está asegurado.

El futuro que llega. A.S. PAGADOR
El futuro que llega. A.S. PAGADOR

Hay que reseñar también que las Fallas no marginan a nadie por cuestiones económicas. Todos, por escaso que sea su presupuesto, pueden participar en las diferentes secciones, clasificadas por categorías según el coste de cada falla. Un coste que este año oscila entre unos pocos cientos de euros de la más humilde, hasta los 200.000 de la Falla Grande ganadora en la Sección Especial, el máximo nivel del certamen.

Hasta última hora recorro las calles y plazas y procuro visitar las fallas una por una. Es un empeño audaz, habida cuenta de que hay casi 770 diseminadas por toda la ciudad. Lo hago no solo por divertirme, y no solo para reunir los datos e imágenes que necesito para este trabajo, sino además para empaparme –por mi oficio de pintor, escultor y diseñador, y por mi faceta también de reportero y fotógrafo (al fin y al cabo las Fallas son asimismo una antología periodística visual de crítica social y pública)-, en la gran lección estética, cultural y política que es cada edición de Fallas.

Como cada año, este de 2018 –segundo ya desde que las Fallas fueran declaradas por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad– refleja de nuevo, por obra y gracia de los grandes artistas que las elaboran, en este escaparate de la vida de España y del mundo que son las Fallas, las miserias, los defectos y las maldades de los seres humanos, pero también sus cualidades, su esperanza y la alegría de vivir. Por eso, visitar las fallas es también una admirable terapia individual y de grupo, porque quienes están reflejados en estos innumerables ninots, tan caricaturescos como veraces, no solo son los políticos, los corruptos o los famosos de turno, sino también, de una u otra manera, el ciudadano de a pie, es decir, cada uno de nosotros.

Toda la ciudad convertida en un espectáculo inigualable. A.S. PAGADOR
Toda la ciudad convertida en un espectáculo inigualable. A.S. PAGADOR

En mi caso, como joven artista, emprendedor y promotor de eSport, me identifico con todo lo que este mundo fallero tiene de creativo, de potente y de innovador; un mundo que, por muchos motivos y coincidencias, es también el mío.

LAS FALLAS DEL MAÑANA

Una fiesta de tan dilatada tradición puede encontrarse en algún momento con el peligro del cansancio estético y la reiteración temática y formal. Precisamente, anteayer, en un artículo sobre este tema publicado en El País, Manuel Vicent decía que “los monumentos falleros siguen estando sometidos a una estética clásica dentro de un manierismo barroco que ha acabado por devorarse a sí mismo en un callejón sin salida”. Se puede estar de acuerdo con algún aspecto de esta afirmación, menos en lo del callejón sin salida. Todo lo contrario.

Particularmente creo que las Fallas tienen un enorme poder de renovación, a poco que se actúe en estos tres sentidos posibles:

Primero, en la renovación temática, introduciendo tal vez más fantasía –como muy bien hace la falla ganadora de este año en la máxima categoría-  y menos relación con la realidad política y social, incorporando incluso más opciones de la nueva creatividad, como el mundo de los videojuegos.

Segundo, en la renovación técnica y tecnológica de los propios monumentos falleros como productos estéticos, incorporando las posibilidades que brinda la imparable innovación en materia de logros visuales tridimensionales, leed, láser y fuego frío o luz química.

Y tercero, en la mutua colaboración e intercambio de ideas y técnicas con ciudades del planeta que también basan sus fiestas en monumentos esculturales efímeros, como, por ejemplo, Harbin (China), con su Festival Internacional de Esculturas de Hielo y Nieve –que sería algo así como la antítesis matérica y térmica de las Fallas-, o las ciudades que organizan el monumental Festival Internacional de Esculturas de Arena.

Valencia daría un gran paso si convocase y liderase anualmente algo así como una Feria (o Congreso) Mundial de Ciudades Organizadoras de Festivales de Esculturas Efímeras. No tengo duda de que acudirían numerosas delegaciones de todo el mundo, así como los incontables artistas, artesanos, proveedores y técnicos, involucrados en tales eventos.

Música en todas partes y a toda hora. A.S. PAGADOR
Música en todas partes y a toda hora. A.S. PAGADOR

En ningún momento hay que olvidar, sin embargo, que, por su propia naturaleza, las fallas han de ser elementos tangibles destinados al fuego. Pero su renovación y adaptación a los tiempos puede venir por la hibridación de lo tradicional con las nuevas tecnologías y el intercambio y la colaboración con otras ciudades del mundo con propuestas festivo-estéticas análogas. Se me ocurre, por ejemplo, la posibilidad de combinar el monumento fallero combustible con elementos dinámicos intangibles y perdurables, como los hologramas -¿podemos imaginar una falla holográfica gigantesca promocionando las Fallas en mitad del Times Square neoyorkino o del Pudóng de Shanghái, por ejemplo?-; o con proyecciones virtuales en el espacio, incorporando pantallas de agua o nebulizaciones de vapor; u otras técnicas ya existentes o por venir.

Los chinos, que han evolucionado tanto en tantas cosas durante las últimas décadas, son ejemplo constante de esta capacidad innovadora, modernizando tradiciones milenarias de este país (que es, en su forma y cultura actuales, el más antiguo del mundo sin interrupción) con lo que ofrecen los nuevos tiempos. Un ejemplo de esto es el Festival de las Linternas de Guangzhou, que este año ha sustituido las tradicionales linternas voladoras de papel por una nube de drones luminosos que evolucionaron al unísono en el cielo nocturno, componiendo fantásticas figuras y efectos. Es un buen ejemplo de adaptación a los tiempos.

Dentro de cien años, las Fallas seguirán existiendo y seguramente con mayor pujanza que ahora. Pero no tengo la menor duda de que para entonces habrán incorporado muchas de las innovaciones que digo y algunas más, aún inimaginables. Todo es cuestión de anticipar ese futuro y ponerse a ello. Se ganará en resultado estético, participación ciudadana, difusión mundial y beneficios culturales y económicos.

(Adrián S. Pagador es licenciado en Bellas Artes, pintor, escultor, diseñador y artista virtual; reportero, articulista y fotógrafo; experto en videojuegos y promotor y empresario de eSport).

(Reportaje gráfico de Adrián S. Pagador).

 

LAS FALLAS DE VALENCIA EN DATOS.

PROGRAMA FALLAS DE VALENCIA 2018.