Los muertos por ETA son nuestros muertos, los de todos

Nadie puede apropiarse de la memoria de Miguel Ángel Blanco ni de ninguna otra víctima.

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Manuela Carmena tiene razón. RTVE.es
Manuela Carmena tiene razón. RTVE.es

Nuevamente determinados políticos que pretenden patrimonializar hasta a las víctimas del terrorismo, los mismos políticos que sobrenadan en un mar de corrupción, han generado otra polémica absurda en torno al aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, pretendiendo que todas las instituciones actuaran al dictado del PP.

Lo primero que hay que decir, aunque parezca una perogrullada a estas alturas de la democracia, es que los asesinados por ETA, todos los muertos causados por ETA, son nuestros muertos. No hay muertos del PP, del PSOE, de la Guardia Civil, de la Policía, de la prensa, del Ejército o de tantas otras instituciones y colectivos como sufrieron los atentados criminales de la banda. Y no los hay en la exclusividad de una pertenencia, porque esos muertos nos pertenecen a todos los españoles. Las cerca de mil víctimas mortales de ETA, todas iguales en la atrocidad que sufrieron y en el respeto que se les debe, son las víctimas de todos nosotros, su memoria y su dolor nos pertenecen a todos sin excepción. Los muertos del terrorismo son todos, sin excepción, los muertos de todos y nadie puede arrogarse la prevalencia de una víctima sobre otra bajo ninguna justificación.

Glorieta de Cádiz dedicada al matrimonio Jiménez-Becerril-García. PROPRONews
Glorieta de Cádiz dedicada al matrimonio Jiménez-Becerril-García. PROPRONews

Y no solo los muertos. No podemos olvidarnos de los millares de heridos y mutilados que dejó la banda terrorista. En este mismo periódico acabamos de publicar días pasados –con entrevista de televisión incluida- la historia ejemplar y heroica de Antonio Guerra, guardia civil al que un atentado de ETA arrancó un brazo al principio de los años 80. Ni podemos olvidarnos tampoco de las decenas de millares de familiares, víctimas colaterales de tan espantosos crímenes. Porque los muertos, los heridos y amputados, y los familiares de todos ellos son nuestros, de toda la sociedad.

CARMENA TIENE RAZÓN

Ahora, con motivo del vigésimo aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, el PP ha organizado, o teledirigido, actos diversos de homenaje -a los que este periódico se suma gustosamente, desde luego-, pero pretendiendo que todas las instituciones actuasen según su criterio. Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, ha sido víctima de la incomprensión de una parte de la sociedad, por haber pretendido dar un trato igualitario a todas las víctimas. ¿Por qué iba a estar ella obligada a colocar una pancarta de Miguel Ángel Blanco y solo de él en la fachada del ayuntamiento de Madrid? Las víctimas mortales de ETA son casi mil. ¿Por qué las otras víctimas no iban a tener el mismo derecho a que su memoria fuese homenajeada de esa manera tan personalizada como la que el PP pretendía para Miguel Ángel Blanco? Es cierto que el asesinato del joven político popular supuso un antes y un después de la lucha contra ETA. Pero nadie puede decir que Manuela Carmena no haya reconocido eso ni sea sensible a esa problemática, siendo además, como es, tal vez la política más humana y sensible que tenemos hoy en España. Ella ha estado personalmente en los homenajes, y, además, aguantando estoicamente los abucheos y los ataques de que ha sido objeto, solo por haber adoptado una postura democrática y ecuánime en relación con todas las víctimas de ETA.

SESGO PARTIDISTA

La atención que el PP dedica a las víctimas del terrorismo que pertenecían a dicho partido o comulgaban con esa ideología tiene a veces un sesgo, como en este caso y en otros, que no se compadece con la grandeza moral de admitir que los muertos por  ETA son los muertos de todos y, en ocasiones, como en el reciente homenaje a Miguel Blanco, su parcialidad enajena la limpieza y la altura de miras con que toda la sociedad, incluidos los adversarios políticos del PP, comparten esos sentimientos y se adhieren a esos homenajes. Por poner otro ejemplo –el de ciertos actos en memoria de Miguel Ángel Blanco es uno de ellos- en Cádiz existe una feísima rotonda, con unos mamotretos de mármol que llevan grabados los nombres de dos recordadas víctimas de ETA, el matrimonio formado por Alberto Jiménez-Becerril Barrio, concejal entonces del ayuntamiento de Sevilla, y su esposa Ascensión García Ortiz, que fueron vilmente asesinados el 30 de enero de 1998 en una calle de la capital sevillana.

Los monolitos parecen tumbas. PROPROPNews
Los monolitos parecen tumbas. PROPROPNews

La iniciativa partió de la entonces alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, del PP, y en julio de 2009 se inauguró la glorieta que lleva el nombre del matrimonio asesinado. Los horribles monolitos, que más parecen tumbas, llevan la siguiente inscripción: “Glorieta Ascensión García Ortiz & Alberto Jiménez Becerril Víctimas del terrorismo”. En primer lugar, la falta de respeto es palmaria -aparte del cateto signo & en lugar de poner y-; ni siquiera se respeta la literalidad del nombre del asesinado, que no se apellida “Jiménez Becerril”, como consta en las enormes y antiestéticas piedras, sino Jiménez-Becerril Barrio. Solo eso denota ya la falta de sensibilidad y el deseo de instrumentalizar a favor de una corriente ideológica un acontecimiento que nos concierne a todos, con unos muertos que no son del PP, sino de todos, y a los que hay que tener también la consideración de respetar su nombre correcto. ¿Por qué han costosa iniciativa no se dedicó a todas las víctimas del terrorismo? Por lo mismo que ahora el PP ha pretendido imponer un determinado modelo de homenaje a Miguel Blanco. Por patrimonializar lo que en realidad es de todos. En el fondo, todo son maniobras de distracción para que lo verdaderamente grave –la corrupción política y la grave situación económica que padece este país- pase lo más desapercibido posible.

Ni siquiera el nombre del asesinado está escrito correctamente. PROPRONews
Ni siquiera el nombre del asesinado está escrito correctamente. PROPRONews